“Ellos tienen una legislación que es lo opuesto a nuestra Ley de Bosques: es dinámica, ágil y la actualizan año a año de acuerdo con las necesidades agrícolas y las de preservación del bosque; y al mismo tiempo va de lo general a lo particular hasta llegar al nivel de detalles tan significativos como el de delimitar en qué zonas se debe plantar determinado cultivo (como la vid) e incluso determinadas variedades (como el malbec)”, ejemplificó el ministro.
Si bien es cierto que para llegar a una legislación con semejante visión estratégica Italia ha invertido algo así como 9 millones de euros en un período de cinco años, los resultados están a la vista: a pesar de su escasa superficie relativa, este país es uno de los líderes mundiales en materia de comercialización de productos agrícolas y agroindustriales con una balanza comercial sumamente equilibrada que extiende sus lazos a todos los continentes.
“Ellos tienen un estudio en el que han definido primero cuáles son sus zonas de agricultura y cuáles las de bosques. Todo está a criterio del hombre y es acomodable para producir lo que se necesite. Hay zonas agrícolas, zonas de bosques y zonas urbanas, pero todo está en permanente revisión y actualización”, agregó el titular de Producción.
Por otra parte, desde el punto de vista de la cartografía, la planificación está avanzada según diferentes escalas que permiten ver cómo se plantea la situación en cada cultivo. Se pueden ver las zonas agrícolas primero, dentro de éstas -por ejemplo- las viñas, los nogalares y los olivares y, a su vez, dentro de cada subsector puede consultarse qué variedades están implantadas en cada localidad.