“Un episodio depresivo se define como un período de tiempo, al menos dos semanas, durante el cual una persona experimenta sentimientos de tristeza, pérdida, ira, frustración y desinterés al realizar actividades que antes le producían placer. Cuando estos síntomas producen dificultades severas en el funcionamiento vital (como por ejemplo problemas para trabajar, concentrarse, auto-daño, ideación o conducta suicida) diagnosticamos depresión mayor”, indica Fernando Taragano, psiquiatra, gerontólogo e investigador principal del Instituto Cemic.
La depresión se ha convertido en una epidemia moderna que ataca a niños, jóvenes y adultos poniendo en peligro sus vidas. Los hábitos de vida saludables, la psicoterapia y un tratamiento psiquiátrico adecuado podrían contrarrestar sus efectos.
¿Cuáles son las causas de la depresión?
En muchos casos el inicio de la depresión es relacionado con eventos estresantes tales como: la pérdida de un ser querido, dificultades financieras o laborales, divorcio, la enfermedad de un miembro de la familia, etc. Por otro lado, hay personas que tienen una predisposición genética a contraerla; y en otros casos está relacionada con otras afecciones y tratamientos médicos, como alcoholismo o drogadicción, baja actividad en la glándula tiroides (hipotiroidismo), ciertos tipos de cáncer, insomnio y consumo de medicamentos esteroides (drogas con efectos desinflamatorios fuertes).
Síntomas
Estado de ánimo irritable o triste.
Pérdida de placer en actividades habituales (incluso en la vida sexual).
Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño.
Cambio dramático en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso.
Fatiga y falta de energía.
Sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa inapropiada.
Dificultad extrema para concentrarse.
Movimientos físicos muy agitados o muy lentos.
Sentimientos de desesperanza y abandono.
Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
En los niños: tristeza, fatiga y disminución en el rendimiento escolar.