Esta patología es una reacción de las vías nasales contra alergenos (disparadores de reacción alérgica), tales como el polen, el polvo de ácaros, alergenos de animales, esporas de moho y polen. Luego de la exposición a dichos alergenos, suelen ocurrir inflamación de las vías nasales y síntomas que incluyen lagrimeo, congestión nasal, estornudos, goteo o picazón de nariz/ojos.
“La rinitis alérgica es una enfermedad crónica que en la mayoría de los casos tiene un curso perenne con exacerbaciones en épocas de polinización. Es comúnmente confundida con un simple resfrío, pero en el caso de la rinitis la sintomatología se repite y el paciente pasa largos períodos resfriados. Es muy importante la consulta al médico alergólogo, para comenzar un tratamiento adecuado y así aliviar los síntomas lo más rápido posible. El tratamiento precoz también es muy importante para prevenir que el paciente desarrolle un asma bronquial”, explica el Dr. Hugo M. Ghiani, presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica.
La rinitis alérgica no es, en general, una enfermedad grave que comprometa la vida de quienes la padecen, pero puede incidir sobre la calidad de vida y afectar el rendimiento escolar, la productividad laboral y la actividad social, por alteración de los patrones del sueño, cansancio y disminución de la capacidad de concentración mental.
El diagnóstico no siempre es fácil, en especial en niños, debido a las variaciones sintomáticas que se establecen durante el año y al no reconocimiento de los síntomas por parte de los pacientes; por otro lado, la sintomatología es compartida por varias enfermedades de diversa etiología, lo que dificulta aún más el diagnóstico.
El tratamiento de la rinitis alérgica se basa en tres pilares fundamentales: la prevención (evitar factores que desencadenen la sintomatología), el tratamiento farmacológico (existen medicamentos preventivos y descongestivos indicados para esta patología) y la inmunoterapia (vacunas).
Fuente: Asteriscos.TV