(DIARIOC, 08/07/2011)
Se estima que en Argentina el 30% de la población masculina adulta padece alguna afección prostática y que el 3% tiene cáncer de próstata, siendo éste el segundo tipo de cáncer más común entre los hombres de nuestro país (después del cáncer de piel). En la provincia de Buenos Aires la incidencia es de 47 casos nuevos cada 100 mil habitantes, esto significa un total de 3.200 afectados por año.
La próstata es una glándula sexual que se encarga de producir parte del fluído seminal que ayuda a vehiculizar los espermatozoides por los conductos deferentes hacia la uretra y, desde allí, eliminarlos en el acto sexual. De este modo contribuye a mantener vivas las células reproductivas masculinas hasta el momento de la fecundación.
A medida que los hombres envejecen esta glándula crece y su agrandamiento puede oprimir la uretra y ocasionar problemas urinarios y vesicales, entre otros. Al agrandamiento de la próstata generalmente se le llama hipertrofia o hiperplasia prostática benigna (HPB). Se estima, que a partir de los 50 años de edad o incluso antes, el 75% de los hombres ya presentan alguna transformación benigna o maligna en el tejido de este órgano, aumentando a 95% en individuos mayores de 80 años.
“Aunque existen drogas eficaces que detienen el crecimiento prostático y/o retrogradan el agrandamiento de la próstata, el agravamiento de los síntomas en muchas ocasiones amerita la cirugía”, indica José Balcarza, urólogo del Hospital Ángel C. Padilla en Tucumán.
La elección de un tipo de procedimiento quirúrgico (resección transuretral, incisión transuretral o prostatectomía abierta) generalmente se basa en la gravedad de los síntomas y en el tamaño y forma de la glándula prostática. “En los casos en los que fue necesario realizar una prostatectomía abierta, que es una incisión a través del abdomen o el perineo (el área detrás del escroto) a los fines de extirpar la parte interna de la glándula prostática, fue sumamente valioso el uso de las esponjas de colágeno”, asegura Balcarza.
Las esponjas son fabricadas con colágeno equino (a partir de células del tendón de Aquiles de caballo) cuyas propiedades hemostáticas reducen las posibilidades de formación de hematomas y los riesgos asociados de infección; por otro lado, promueven y aceleran la cicatrización de la herida. Una gran ventaja es que la esponja se degrada sola entre los 8 y los 88 días posteriores a la colocación, por lo que no es necesaria retirarla en el futuro.
“Utilicé las esponjas para cerrar heridas ocasionadas en cirugías prostáticas a cielo abierto, de absceso peneano y por enfermedad de Fournier. En vez de obtener una cicatrización en 20 o 30 días, la obtuve en 10; esto me permitió lograr una mejor recuperación del enfermo, mejorar la estética de la cicatriz y disminuir los días de internación. A su vez permite al paciente una reintegración casi inmediata a su vida normal”, asegura Balcarza.
El especialista cuenta que cuando usó las esponjas para operar un paciente con enfermedad de Fournier (fulminante y progresiva infección de la región perineal y/o genital) los resultados fueron increíbles: “En 3 días el paciente tenía el 80% de la herida cicatrizada; cuando pensábamos que iba a permanecer 30 días en el hospital, le dimos de alta a los 7 días porque la herida estaba cerrada. Luego en las curaciones su evolución fue espectacular”.
Balcarza considera que es fundamental aplicar este producto en pacientes desnutridos, con musculación débil y/o mayores de 75 años, ya que en ellos los procesos de cicatrización son muy lentos y, en ocasiones, pueden originar problemas infecciosos.
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Por: Maxi... el 21-01-2013 a las 15:18