Bajo el lema “Derechos aquí, ahora mismo”, el evento, que se realiza cada dos años, reunirá a 20 mil expertos de todo el mundo para debatir sobre los avances y retrocesos en la lucha contra el sida (ver recuadro). Allí se lanzará oficialmente el documento elaborado por un equipo de 32 científicos, entre ellos, Francoise Barré-Sinoussi, ganadora del Premio Nobel en 2008 y codescubridora del VIH. “La declaración se basa en la idea de que para ser efectivas, las políticas de drogas deben respetar los derechos humanos de las personas adictas, que tienen derecho a intervenciones que prevengan la infección por el VIH”, sostuvo Montaner en diálogo con PERFIL, desde Vancouver, Canadá, donde reside desde 1981.
—¿Por qué expertos en VIH llaman a reformar la política de drogas?
—La guerra contra el narcotráfico se basa en la persecución policíaca del tráfico de drogas, pero también de los individuos adictos. Como resultado, se han llenado las cárceles de adictos y lamentablemente también ha aumentado la disponibilidad de drogas. Los científicos alrededor del mundo nos hemos reunido y logrado un consenso para indicar que la guerra contra el narcotráfico, si bien se justifica desde el punto de vista de perseguir la cadena de producción y comercialización de drogas, tiene que cambiar su objetivo cuando se trata de cómo manejar al individuo adicto. El adicto es en realidad una víctima, por lo tanto, la manera constructiva de lidiar con él es integrándolo al sistema de salud y no persiguiéndolo. Hoy por hoy, nos damos cuenta de que, a menos que podamos lidiar con el problema del adicto en forma médica, no vamos a poder controlar la epidemia del VIH.
—¿Que intervenciones se pueden realizar para revertir esta situación?
—En la ciudad de Vancouver, venimos trabajando en políticas de reducción de daños, sobre todo en lo relacionado con el suministro de jeringas esterilizadas para el uso de drogas intravenosas. También trabajamos con respecto a la disponibilidad de sitios de inyección supervisada, donde se contiene a los adictos de manera tal que se los pueda educar y tratar. Nuestro grupo de investigadores publicó en The New England Journal of Medicine un estudio en el que sustituimos la heroína callejera, obtenida de forma ilegal, por heroína médica para estos pacientes adictos. Al usar la heroína medicalizada obtuvimos un mejor resultado, disminuyeron los efectos colaterales en el paciente y los problemas de violencia o vandalismo en la sociedad. Además, tanto los sitios de inyección supervisada como la terapia de sustitución de opiáceos demostraron ser de alto valor costo-efectivo.
—Existe la creencia de que este tipo de programas fomenta el consumo de drogas…
—Ese es un mito que se desarrolla a nivel de aquellos que quieren promover la guerra contra las drogas usando el modelo tradicional, pero no tiene apoyo en las evidencias científicas. Nosotros hicimos un estudio específico para evaluar en qué medida el uso de sitios de inyección supervisada incrementa el uso de drogas y encontramos que en realidad esto no es así. Los únicos que utilizaban este tipo de servicios eran los adictos severos. Hay que diferenciar el uso recreacional de drogas con el de gente que tiene su vida destrozada por el consumo. En Portugal u Holanda, donde el consumo de drogas como la marihuana ha sido despenalizado hace varios años, los índices son más bajos que en países en los cuales el consumo se penaliza.
Desafíos. El uso de drogas inyectables es la causa de uno de cada tres nuevos casos de VIH en el mundo. En la Argentina, según Pedro Cahn, jefe de Infectología del Hospital Fernández, es menor la administración de drogas por vía intravenosa que en forma oral o inhalada. Pero, en cualquier caso, el abuso de sustancias implica un riesgo para la infección por el VIH, ya que el consumo de drogas y alcohol interfiere con el juicio de una persona en cuanto a su conducta sexual y la necesidad de utilizar preservativo.
Cahn también adhirió a la Declaración de Viena y aseguró que la iniciativa es importante para que el país supere ciertas contradicciones en política de drogas. “El documento parte de considerar a los derechos humanos como la base para enfrentar la epidemia del sida. Habitualmente el enfoque clásico es jurídico-policial. Nosotros decimos que en vez de jueces y policías necesitamos más médicos y maestros”, concluyó Cahn.
Fuente: Diario Perfil