Entre los consejo a tener en cuenta es que siempre se deben mantener los ambientes ventilados y controlar el buen funcionamiento de las instalaciones y artefactos de calefacción, ya que se trata de un gas que es invisible e inodoro y no causa irritaciones por lo que es de muy difícil percepción.
Una observación que todos pueden tener en cuenta a la hora de evaluar el funcionamiento de los artefactos para calefaccionar a gas es asegurarse que la llama siempre sea de color azul. Los calefones no pueden instalarse en el baño y un gasista matriculado es quien debe revisar la salida exterior de los mismos y de las estufas. También, hay que tener especial cuidado con los grupos electrógenos que funcionan con nafta o gasoil y con los braceros, ya que pueden producir monóxido de carbono.
Asimismo, se recomienda evitar calefaccionar los ambientes con el horno o las hornallas de la cocina y apagar las estufas antes de dormir. Al inhalar monóxido de carbono éste reemplaza al oxígeno en el torrente sanguíneo. La falta de oxígeno afecta, en especial, al corazón y al cerebro. Los síntomas son dolor de cabeza, vómitos o náuseas, mareos, decaimiento, falta de aire y palpitaciones. A causa de esta situación, la persona intoxicada puede entrar en coma y morir, es por ello que ante los primeros síntomas se debe ventilar la habitación rápidamente, salir del ambiente e ir al centro de salud más cercano para ser atendido. El tratamiento consiste en el suministro de oxígeno.
Cada año mueren alrededor de 200 personas por intoxicación con monóxido de carbono, muertes que se podrían evitarse. Cuando hay intoxicación, actuar con rapidez es fundamental ya que la vida media en personas sanas que respiran aire contaminado por monóxido de carbono varía entre 3 a 4 horas. Los niños, los ancianos, los que padecen enfermedades cardíacas y/o pulmonares, los fumadores y quienes habitan en zonas de gran altitud son los que tienen mayor riesgo de intoxicación.
Cómo se produce y cuáles son los síntomas
La inhalación e intoxicación por monóxido de carbono produce que éste reemplace al oxígeno en el torrente sanguíneo. En consecuencia, la falta de oxígeno hace que sufran el corazón, el cerebro y el cuerpo. A veces, los síntomas son parecidos a una intoxicación alimentaria, un cuadro gripal, un problema neurológico o cardíaco. Hay que tener en cuenta que la inhalación de este gas venenoso puede confundirse con otra patología.
Aunque, los síntomas pueden variar de una persona a otra. Los niños pequeños, los adultos mayores, los que padecen enfermedades cardíacas y/o pulmonares, los fumadores y las personas que habitan en zonas de gran altitud son los que tienen mayor riesgo de intoxicación.
El principal riesgo es que en muchos casos la persona no es consciente de los síntomas. Éstos pueden ser:
• Dolor de cabeza
• Náuseas o vómitos
• Mareos, acompañados de cansancio
• Letargo o confusión
• Desmayo o pérdida de conocimiento
• Alteraciones visuales
• Convulsiones
• Estado de coma