No temáis, Treviño, ni me apuréis dijo el rey, todo a su tiempo, o es que dudáis del caletre de vuestro soberano.
Si fueren muchos, más indicada estará todavía la democracia.
En esas circunstancias, es la única forma de hacer que los ciudadanos se unan y crean que se gobiernan a sí mismos; aunque, en realidad, vivan sometidos, oprimidos y trabajen para otros, para sus funcionarios. En este caso además lo harán para nosotros. La ingenua fantasía de que son ellos mismos los que se gobiernan constituye, en realidad, la farsa trágica de ese sistema, y una falacia. En cuanto a que se avasallen, caballeros, ¿cómo podría ser de otra manera? Si a Colón lo han recibido como a un personaje excelso. Así como no todos son pacíficos, tampoco carecen en su totalidad de idolatrías: algunos han tomado a nuestros marinos como venidos del Cielo. En verdad no se han equivocado: les llevaremos nuestra cultura, les descubriremos las bondades del Cielo, les inculcaremos la fe cristiana y les revelaremos los tormentos del Infierno; les alcanzaremos nuestras leyes, para que vivan dentro de la justicia y del orden. Todo eso que les daremos, y el vislumbrar la grandeza de España, les creará hacia nosotros un respeto reverencial, una deuda enorme y eterna, un sentimiento de gratitud, de admiración, de sumisión y de dependencia, que irá en aumento con el correr de los años, quizá de los siglos, y con la apreciación que vayan haciendo de nuestro poder, nuestros privilegios y nuestra hidalguía. En las democracias, por otra parte, los gobernantes y sus funcionarios no representan al pueblo, pues no hay nada que los obligue a ello, trabajan en su propio beneficio, por ende si les aumentamos este último con algunos maravedíes, se someterán a nosotros y obedecerán a nuestras exigencias; esos mandatarios vendrán a ser los únicos que estarán bien recompensados. Serán nuestros representantes. Acaso no dicen que en los sistemas representativos el pueblo no gobierna, sino que lo hacen los representantes dijo el rey con los ojos rientes, pues les daremos una democracia auténtica, no se podrán quejar por eso, quizá, todas hayan sido así.
Nosotros no gobernaremos, ni siquiera nos tendremos que tomar esa molestia, sino que lo haremos a través de nuestros representantes. Los griegos han sido fantásticos, deberíamos aprender más acerca de ellos, los árabes lo han hecho, tal vez, nos hemos atrasado con los romanos y sus latines.
El texto ha sido tomado de la pág 308. de mi libro“El Caballero Hernán y el Adversario Invisible” Novela histórica de la época de los Reyes Católicos. Presentada el 4 de diciembre, en el auditorio Borges, de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
Alejandro Sicardi Carranza. Médico - Escritor.