Los clorosoma son estructuras que emplean ese tipo de bacterias para transformar la energía solar en energía química a fin de realizar sus funciones vitales. El objetivo de la investigación es lograr diseñar -a partir de los sistemas que se ven en la naturaleza- sistemas artificiales de fotosíntesis que hagan posible convertir en forma eficiente la energía solar en energía eléctrica.
Bacterias de las profundidades
Las bacterias verdes estudiadas viven en ambientes con poca luz, por ejemplo, se las puede hallar a 100 metros de profundidad en el Mar Negro. Ese tipo de organismos tiene una gran capacidad para aprovechar los pocos fotones de luz que captan por día, explica Donald Bryant, profesor de biotecnología de la Universidad Estatal de Pensilvania.
De acuerdo con el estudio las moléculas de tamaño nanométrico (un nanómetro equivale a la millonésima parte de un milímetro) que componen las estructuras de los clorosomas, se sabe que presentan formas de nanotubos de carbono que se organizan en formas esféricas concéntricas.
“No hemos logrado comprender del todo cuáles son las reglas del proceso (de cómo la energía es generada y aprovechada por las bacterias), pero por lo menos conocemos cómo son esas estructuras y cómo están relacionadas con el proceso biológico como un todo, lo que a nuestro juicio constituye un verdadero avance”, indicó Bryant quien considera que el estudio de los secretos de la naturaleza puede dar respuesta a las actuales demandas energéticas de las sociedades.
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