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Jueves 25 de Abril de 2024
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Colombia acusó a las FARC de mentirosa

El vicepresidente, Francisco Santos, afirmó que la capacidad de los rebeldes para manipular y cometer atrocidades no tiene límites. Fue en alusión al incumplimiento por parte de la guerrilla de la liberación de Clara Rojas, su hijo Emmanuel y la ex legisladora Consuelo González.
El vicepresidente colombiano, Francisco Santos, acusó a la guerrilla de las FARC de mentirosa y afirmó que la capacidad de los rebeldes para manipular y cometer atrocidades, no tiene límites.

En declaraciones formuladas a la prensa en la ciudad costera de Cartagena y publicadas este lunes por el diario El Tiempo, Santos insistió en que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) "se burlan y mienten y le mienten desde el presidente (de Venezuela, Hugo) Chávez para arriba".

Agregó que la capacidad de los rebeldes para "cometer atrocidades tampoco tiene límites", en alusión a que los guerrilleros no cumplieron con la anunciada liberación de Clara Rojas, su hijo Emmanuel, y la ex legisladora Consuelo González.

La operación de liberación fue planeada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con la presencia de delegados de siete países, pero las FARC no lo hicieron argumentando fuertes operaciones del Ejército colombiano en la zona de entrega.

Las FARC aseguraban que la puesta en libertad de los tres rehenes, se hacía "como desagravio", al presidente Chávez.

Por su lado, el presidente colombiano, Alvaro Uribe, aseguró que las FARC no liberaban los cautivos porque no tenían al chico y que este estaría bajo la protección de un organismo gubernamental desde 2005 y que tras unas pruebas de ADN, se podría determinar si era el hijo de Clara Rojas.

Horas después, las FARC aceptaron esa verdad, pero argumentaron que no tenían al niño porque no podía estar en medio de la selva y de los combates.

El domingo, el presidente Chávez dijo en su programa "Aló Presidente", que lo "más importante es que Emmanuel está libre".  (Telam)

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Comentarios de nuestros lectores: (1)
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las cadenas infames del secuestro.
Por: [email protected] el 07-01-2008 a las 16:37
NO PODEMOS SER INDOLENTES, ANTE EL SUFRIMIENTO DE NUESTROS HERMANOS SECUESTRADOS Y SUS FAMILIAS; ELLOS NECESITAN DE DE UNA GRAN CONCIENCIA HUMANA; COMENCEMOS A CREARLA.
LOS SECUESTRADOS DE COLOMBIA SON APROX. 4300, HERMANOS, Y SOLO ESTAN HABLANDO DE 38; CLASIFICADOS COMO CANJEABLES; ¿DONDE ESTAN EL RESTO DE SECUESTRADOS NO CLASIFICADOS?, ¿QUEN LOS TIENE EN SU PODER?, ¿CUAL ES EL ARGUMENTO PARA CLASIFICAR UN SECUESTRADO SI TODOS POR IGUAL HAN PERDIDO SU LIBERTAD, SU LIBRE ALBEDRIO?


LAS CADENAS INFAMES DEL SECUESTRO
El sol resplandeciente de una primaveral mañana,
el presagio de un dí­a de invierno o de alboroza esperanza;
el cantar de un pájaro, los niños jugando en un parque,
los transeúntes y sus andares, el olor a perros, el olor a calle;
el humo de los carros, las motos rodando como enjambres,
el bullicio de un comercio, los gritos desaforados de los vendedores informales.
El bing bang del viejo reloj, de una iglesia, atrasado en el tiempo,
la suplica lastimera de un abandonado mendigo casi deshecho;
el pregonar y las maromas recicladas de un payaso,
los cantores de la calle en un ruidoso concierto;
los hermosos sueños con los cuales, cada mañana, llorando despierto;
se me los han robado estas malditas cadenas infames del secuestro.

El acompañar los lastimeros y cansados pasos de mis viejos,
un abrazo a mis hermanos, limpiar Las heridas a mis hijos, en sus juegos;
un beso a mi mujer, con noches de romántico ensueño,
un reclamo, un alegato, que nos ha hecho querernos más, y más en el tiempo;
un madrugar, un anochecer con mi familia, acompañando sus anhelos,
un cafecito en un bar, un juego de billar, mis amigos y sus cuentos;
un partido de futbol, un juego de sapo, o un buen concierto cervecero,
las labores de un empleo, y hasta las oraciones de gracias al Dios del universo;
los hermosos sueños con los cuales, cada mañana, llorando despierto;
se me los han robado estas malditas cadenas infames del secuestro.

Todos los recuerdos de mi precoz niñez con la dulzura incomprensiva de mis sueños,
el caminar de mi juventud con mis múltiples experiencias y desaciertos;
el progresar y la lucha de mis deseos, un forjar de hombre bueno,
el regalo de la vida hacia el futuro de mis hijos de mis nietos;
envejeciendo del brazo de mi mujer, ella baston de mi ultimo sendero,
mortaja sin miedos al aprendizaje de la moral de mis recuerdos;
los hermosos sueños con los cuales, cada mañana, llorando despierto;
se me los han robado estas malditas cadenas infames del secuestro.

Y de los sueños de mis hijos, reclamando por una infancia sin su padre,
hoy jóvenes de frente arrugada, como ella envejece, sus sueños han envejecido;
y los sueños de mi mujer, mi familia, mis amigos; hasta mi perro con su triste aullido,
todo lo prometido por hacerse, hoy por hoy esta perdido;
solo queda una débil esperanza, de que algún dí­a llegarí­a el alivio,
de regocijarnos en abrazos de dicha porque estarí­amos juntos, muy unidos;
los únicos sueños que ya nos quedan
porque los demás se los han robado estas malditas cadenas infames del secuestro.

Y vosotros los infames que aprisionáis con vuestras cadenas nuestras manos,
no podéis aprisionar nuestros sueños
con ellos viajamos a través de nuestras vidas, nuestras casas, nuestros campos,
al confí­n del universo, y en ellos somos libres, y con ellos nos regocijamos
no importando que al despertar, nuestros sueños sean robados o sean extraños.
Y vosotros los infames que aprisionáis, con vuestras cadenas, nuestros pies:
no podéis aprisionar nuestros pensamientos,
con ellos también somos libres; con nuestras almas volamos
y buscamos las almas de los seres que nos aman
y nos fundimos en un gran abrazo espiritual para alentarnos;
con nuestro pensamiento creamos el sendero de amor
por donde, con nuestras almas gemelas, caminamos;
no importando que al volver de nuestros pensamientos
nos veamos encadenados;
y vosotros los infames que encadenáis nuestro cuerpo;
no podéis encadenar nuestras lágrimas
ellas son bálsamo que reconforta y limpia el espí­ritu;
porque lloramos al valorar todo el amor que se nos ha dado
y lloramos por el que no supimos dar,
pero con nuestras lágrimas lo hemos comprendido y encontrado;
lloramos por lo inocuo de nuestra lucha por lo material,
lloramos porque aprendemos de la caridad que nunca valoramos;
lloramos por la indulgencia que para vuestro perdón,
para vosotros infames, necesitamos daros.

Y vosotros que enarboláis las cadenas del secuestro y de la muerte, como estandarte;
¿Acaso creéis que estáis menos secuestrados o muertos que los que torturáis?
Son vuestras cadenas, las razones por las que secuestráis o matáis;
nunca podréis volverlas verdad, porque ellas por su propia infamia se caerán;
son vuestras cadenas, el sufrimiento que a vuestros torturados causáis
porque son cadenas de conciencia con los eslabones mas duros que podáis encontrar;
son vuestras cadenas el sufrimiento de vuestras familias que con vuestra indolencia les dais
son vuestras cadenas, la prisión en que viví­s, para el torturado cuidar;
son vuestras cadenas el acecho a que esta sometido tu vil obrar;
y son vuestras cadenas, tus propios miedos que dí­a a dí­a te aprisionan, y te encadenan más y más,

Y a todos vosotros infames, que sois mercaderes del sufrimiento y la vida;
que contribuí­s con la miseria y la pobreza cuando ostentáis el poder con sevicia;
que os lucráis de los recursos del pueblo para satisfacer vuestra avaricia;
que manipuláis la ignorancia y dejáis sin salud, sin un techo, sin una escuela a miles de familias;
que tomáis cual estandarte la corrupción, el trafico de influencias; vuestra vil plegaria dí­a a dí­a.
También cerráis los grilletes de las cadenas, de la infamia, sobre la vida misma;
porque matáis los sueños de los niños, sometiéndolos a la ignorancia, ala ignominia;
porque al hombre justo le quitáis las esperanzas de una vida digna.

En la verdad esta la grandeza de la libertad;
y esa libertad esta más allá de esta vida terrenal.
Ya no existen más los miedos, ya no puedo mas llorar
todo sufrimiento acaba, se desvanece, en la dulzura de la paz;
ya no siento las cadenas, ellas ya no están,
es un vago recuerdo, en el pensamiento del mas allá.
Puedo con mis manos los espí­ritus tocar;
recoger las dulces y sentidas lágrimas que vuestros corazones dan;
y aliviar en paz y armoní­a a la misma soledad.
Ya no existen más los miedos, el dolor acaba ya;
el perdón es la sinfoní­a de la oración celestial.

JELPENSADOR.



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