Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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De lo espiritual en el arte: Kioskerman, Troche y Tute

Kioskerman, Tute y Troche, tres creadores de "humor de autor", historietas donde lo peculiar es un lirismo personal y la voluntad de ser leales a los propios intereses, presentaron sus últimas publicaciones, Edén, Batu 4 y Dibujos invisibles respectivamente, en las cuales, aseguraron, "lo que menos hacemos es humor".
Pablo Holmberg es Kioskerman, Matías Loiseau es Tute y Gervasio Troche es Troche, historietistas más o menos jóvenes -nacidos todos en los 70, ninguno llega a los 40- conectados por una sensibilidad común: "hacemos cosas muy distintas, pero tenemos en común que no hacemos humor, no apuntamos específicamente ahí, pero tenemos como mucha poesía, cada uno con su forma y con su viaje".

Como si fueran "tres cuerdas de una guitarra", "dibujantes poetas" o "dibujantes y escritores mediocres" aventuraron, cada uno a su turno, durante la charla que compartieron en la porteña Libros del Pasaje, convocados por el sello Random House Mondadori, responsable de las tres ediciones.

La velada fue moderada por Juan Manuel Domínguez, amante del cómic que presentó a estos tres creadores como autores de una "linda", "muy sentida", "pequeña" y "amable revolución" del "uso cotidiano de la historieta".

La presencia de lo espiritual en el arte y el oficio, la huella íntima en ese trabajo y la experimentación partiendo de formatos tradicionales -la historieta simple, de una página o un sólo cuadro- fueron los caminos por donde deambuló la conversación.

"Hacer una historieta mentalmente, como una fórmula matemática no vale para mí, metafóricamente, si la hago con la mente es como hacerla sin el corazón y lo siento como algo más espiritual", señaló Kioskerman.

Para él, Edén tuvo mucho de magia en su concepción, es un libro como Dibujos invisibles, para darles un tiempo, de hecho las tiras que hice no las puedo hacer ahora, son cosas que me bajaron y ya no, no son ideas, fueron hechas con la intensa presencia no de la mente".

Para Tute, sin embargo, "esto es laburo, no es que todos los días es un romance que se desata, pasan distintas cosas, no todos los días son iguales, la tira fluctúa a veces más o menos divertida, pero la página dominical es un espacio que disfruto mucho porque es muy caprichoso".

Los libros "atrasan respecto de la tira diaria", remarcó, ahora en Batu hay una vaquita de San Antonio y un bicho bolita, "pero tienen de bueno que son la mejor versión de lo que uno hace".

Su obra, dijo, "tiene que ver con las cosas que me conforman, con las que estoy amasado. Clasificaba en solapas (por temas para chistes) los dibujos, afortunadamente me solté de eso y dejé que las cosas que me convocaban se colaran y me liberaran del humorista gráfico, haciendo que eso me representara".

Kioskerman también empezó "queriendo hacer reír y cuando me pasaron las cosas que no querés que te pasen en la vida empezaron a salirme unas tiras sentimentales y emocionales, catárticas, y ahí entendí lo que era el arte: procesar la porquería que tenía adentro y quedar nuevo".

Mientras que en Troche "lo más importante es la idea: camino mucho, me doy la cabeza contra la pared, sufro mucho y la inspiración no sé como al final llega. Empecé con mucho texto, buscando chistes con remate y todo eso, pero no estaba muy contento porque lo que quería era expresarme yo".

"Queriendo decir cosas bien de adentro y ser sincero fui despojando lo que no le interesaba del cómic y quedó lo que ahora hago, el formato del gag visual (la imagen muda). No lo hago como humor, tampoco busco que la gente llore, pero por ahí busco algún tipo de reflexión", agregó.

Tute completa el concepto: "Cuando la idea pasa por tu tamiz personal te da toda la garantía de que hacés algo inédito, no en el tema, si no la forma de abordarlo, pertenecemos al club del humor de autor, es menos genérico, pasa por uno".

Habló de su trazo "desfachatado" y se ríe con la definición -cuadros amontonados, tachaduras, garabatos todas en una misma hoja-: "Me gustaban más los bocetos que los originales, porque en ese trazo inconsciente los personajes mantenían lo gestual".

"Siempre me ocupaba de emprolijar los bocetos, encuadrarlos, centrarlos.. hasta que un día escaneé uno, lo pinté y lo mandé, esperé un rato a que suene el teléfono con un editor preguntando qué pasó (no sonó) y así seguí".

Deja las pruebas, aseguró, "esas líneas son los garabatos del cuadrito, como cuando hablás por teléfono y garabateás en una hoja, a veces dibujo más rápido incluso que el garabato para que no se me vaya la idea y digo ´esto sí que no´, pero termina gustándome y es lo que vuelvo a mandar".

Kioskerman lo resumió así: "El valor de las historietas está en lo que digo y el que lee el libro me lee a mí, por eso trato de ser lo más leal en la manera que me muestro, es una obra de autor y es honesta, estoy tranquilo de eso".

"A veces pienso que las ideas vienen del otro lado, pero eso es cuando no se me ocurren -ironizó Troche y enseguida se puso serio-, siento que funciono como puente entre algo y la hoja, pienso que a los artistas y algunas personas nos quieren para que digamos cosas".

"Mi libro tiene los 30 dibujos que más me gustaron del blog, no sé si lo mejor (portroche.blogspot.com). Es mudo, así que al que no le gusta leer lo puede leer y Kioskerman le inventó el nombre, como que lo esencial es invisible a los ojos -explicó y regaló otra ironía- Lo mejor del libo son los prólogos", obra de sus compañeros ahí presentes.

Fuente: Télam

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