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Jueves 25 de Abril de 2024
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El fenómeno Decur : nuevo libro y cuatro muestras en simultáneo

De operario en una línea de producción donde colocaba 140 puertas de auto por día a uno de los ilustradores del momento, el joven santafesino Decur recorrió un meteórico camino que hoy lo encuentra con su segundo libro "Pipí cucú" recién publicado, cuatro muestras en simultáneo y el proyecto de una novela gráfica junto a Liniers.
De operario en una línea de producción donde colocaba 140 puertas de auto por día a uno de los ilustradores del momento, el joven santafesino Decur recorrió un meteórico camino que hoy lo encuentra con su segundo libro "Pipí cucú" recién publicado, cuatro muestras en simultáneo y el proyecto de una novela gráfica junto a Liniers.

Dueño de un estilo onírico y bucólico que despliega preciosismo, Decur se abrió paso en el ámbito de las ilustraciones con un universo de acrílicos donde la infancia, la amistad, la soledad, el amor, los animales humanizados y los escritorios antiguos con decenas de cajones son temas que sobrevuelan uno aún más grande: el mágico mundo de la desproporción.

"A la hora de dibujar viajo por la niñez, es que de pibito dibujaba demasiado y cuando retomé el dibujo me dije ´voy a contar lo que pertenece a mi infancia y a lo fantástico´. Además me interesa mucho el error y lo deforme porque me frustré mucho por querer dibujar perfecto", dice a Télam.

En 2012 salió "Merci!", su primer libro de la mano de Ediciones De La Flor, un trampolín que lo llevó a ilustrar tapas de la revista Orsai, publicar a tan sólo un año después su segundo trabajo "Pipí Cucú" y preparar un nuevo libro objeto (una suerte de cajón) para la editorial española Thule.

Además, acaba de inaugurar la gran muestra "Los cajoncitos de Decur" en Plataforma Lavardén en Rosario que incluye 60 originales, cuadros y objetos. En simultáneo, una treintena de sus trabajos se exponen en Chile, ocho impresiones en Lyon (Francia) y otro tanto en la galería Mar Dulce, en Palermo, Buenos Aires.

"Es un sueño hecho realidad, no sólo por las muestras, sino por los proyectos que tengo que hacer. Explotó todo muy rápido y me agarra sin conocer la movida a fondo. Lo que está pasando es nuevo para mí, arranqué a pintar en 2009, dibujo de toda la vida, pero hay cosas que me agarran con la guardia baja", confiesa incrédulo y emocionado desde su casa en la ciudad rosarina de Arroyo Seco.

Es que Guillermo Decurgez tiene 31 años; a los 15 abandonó la escuela, trabajó como obrero calificado en General Motors, tuvo dos hernias de disco y lo echaron. Comenzó a atender un cibercafé por 500 pesos al mes y se deprimió hasta tocar fondo. "Iba en declive, trabajaba, volvía, me acostaba, hacía zapping, esa era mi vida", cuenta.

Sin embargo, algo de ese niño que dibujaba abstraído día y noche seguía latente. "Un día mirando la tele vi a Liniers y sus dibujos me transmitieron una emoción tal... era lo que necesitaba en ese momento. Me levanté de la cama, fui a Rosario y me compré todos sus libros", recuerda.

"A partir de ahí, no paré de dibujar. Me abrí un blog, seguía a Tute, Liniers y Max Cachimba y subía una ilustración por semana durante 2009 y 2010; había renunciado al cíber, pero todavía no cobraba por las ilustraciones", continúa.

Decur fue criado "para trabajar en una fábrica. La cultura de mi viejo es la del obrero calificado al punto de emocionarse cuando me efectivizaron o de pasarla mal cuando me echaron", reflexiona.

"Un día, mi viejo me dice ´¿qué vas a hacer? hasta que vendas algo pueden pasar cuatro o cinco años´ y yo pensaba, ´ojalá pasen cuatro o cinco años, si le llego a decir que es posible que nunca pase nada, me mata´. En ese momento vendía ilustraciones a 150 o 100 pesos, pero no podía pagar nada".

Algo no estaba cerrando en términos económicos; Decur estaba a punto de mandar un curriculum a la fábrica, decidido a volver a su antigua vida para ganar algo de plata, pero el destino le jugó a favor.

Diez días después de tomar la decisión de dejar el dibujo como oficio, le llega un mail. "Era una propuesta de Ediciones De La Flor para hacer un libro, ese mail fue una fiesta, enseguida fui a Buenos Aires y presenté los originales". La historia de ahí en más fue cuesta arriba.

Esta "película", como la llama Decur, sigue en cartel. Junto a Liniers, quién prologó su primer libro, están planeando una novela gráfica en conjunto, que saldrá bajo el sello Común.

Si bien Decur, que se considera un "autodidacta", se inspiró en el estilo del creador de "Macanudo", hoy marca la diferencia: "él trabaja con acuarela y yo con acrílico. Además fui tomando otras influencias como Power Paola, Marjane Satrapi y Art Spiegelman. Todo se fue mezclando".

De cara al futuro, el joven de Arroyo Seco "ciudad desde la que puedo ver el horizonte"; dueño de un escritorio circular de manufactura propia y un "enamorado" de sus dibujos, apuesta: "me voy a tirar más para el lado del humor que de la melancolía, los trabajos serán un poco las dos cosas"

De difícil precisión, este ilustrador apela al ojo y la emoción tanto de grandes como de chicos, pero él mismo lo resuelve en tercera persona: "Decur es para todos. Decur es el niño que habita en el cuerpo de Guillermo Decurgez y dibuja lo que tiene ganas".

Fuente: Télam

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