Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Hatoum captura la vastedad de la Amazonia con su literatura

"Vaya donde vaya Manaos me persigue", dijo Milton Hatoum y los catorce relatos que integran "La ciudad aislada" dan sentido a la afirmación del escritor brasileño, oriundo del territorio amazónico que atrae a extranjeros de todo el mundo y aún conserva su misterio a pesar del avance feroz de la civilización.
Hatoum nació en 1952 en Manaos, estudió arquitectura y enseñó literatura brasileña en la Universidad de California, en Berkeley. Se lanzó a la ficción con "Relato de un cierto oriente", ganador del premio Jabuti a la mejor novela en 1989 y su segunda novela, "Dos hermanos", fue acreedora de otro Jabuti y traducida a ocho idiomas.

Hijo de padre libanés, el brasileño deja ver en sus relatos el impacto de esa ciudad de provincia que lo vio nacer, hoy cosmopolita e industrial, situada en el confín del mundo, en un lugar donde se exacerban los sentidos y la vida cotidiana se ve envuelta por el ramalazo de una naturaleza todavía violenta y misteriosa.

El libro, recién publicado por Beatriz Viterbo reúne seis cuentos inéditos en portugués: "Un oriental en la vastedad", "Dos poetas de provincia" (ya publicado en Francia), "El adiós del comandante", "Manaos, Bombay, Palo Alto", "Encuentros en la península" y "Bailarines en la última noche".

Los demás ("Varandas da Eva", "Una extranjera en nuestra calle", "Una carta de Bancroft", "Dos tiempos", "La casa aislada", "Bárbara en invierno", "La ninfa del teatro Amazonas" y "La naturaleza se ríe de la cultura" han sido publicados en diarios, revistas y compilaciones en Brasil y el exterior aunque todos "fueron reescritos para su publicación en el libro", aclara el autor.

El escenario se despliega al lector a partir de los personajes que deambulan por esos relatos, muchos extranjeros que llegan para cumplir un sueño. Algunos pasan y otros quedan atrapados en ese escenario donde lo primitivo tiene tanta fuerza como los exterminadores amagues de la modernidad.

Los cuentos están atravesados por la memoria de lo ido; la permanencia y al mismo tiempo la pérdida de costumbres ancestrales; la infancia y la lengua como elementos primordiales para marcar una identidad, y una sensación de aislamiento que transmite el lugar, su gente y aquellos viajeros seducidos por transitar los márgenes de la selva.

En un lugar de Manaos, Varandas da Eva, "no quedaba lejos del puerto, pero en aquella época la noción de distancia era otra. El tiempo era más largo y demorado, nadie hablaba sobre desperdiciar horas o minutos. (...) vivíamos perdidos en el tiempo, las tardes nos sofocaban detenidas en el sopor", escribe Hatoum en un relato sobre la magia que tuvo para un joven su iniciación sexual.

"Una carta de Bancroft", nos introduce en una biblioteca de Berkeley, donde "la realidad no tiene ninguna razón de ser interesante. Lo que interesa en Bancrof son los millares de manuscritos de todas las épocas".

Es allí cuando el narrador da con una carta de Euclides da Cunha que en Manaos le escribe a su amigo Alberto Rangel sobre un sueño y una escena presenciada en 1905.

"Euclides soñó que la Amazonia, esa ´casi infinita planicie desértica´, ya no era una Tierra Ignota (...) áreas inmensas de selva estaban siendo devastadas y urbanizadas; la Amazonia, en suma, sería una extensión de Manaos y de Belén (...)En páginas memorables, Euclides parece describir la realidad como la imaginó, o como un viajero aún puede verla (...) una tierra en que los hombres trabajan para esclavizarse", escribe el brasileño.

Kazuki Kurokawa es el personaje japonés de "Un oriental en la vastedad", que llega a Manaos para dar un paseo por el río Negro. Le regala a la narradora un rollito de papel con el ideograma "En el lugar desconocido habita el deseo"; luego de cumplir con su viaje realiza otro por su cuenta, y antes de irse anuncia que: "algún día voy a volver". La promesa al cumplirse arma el cuento.

La historia de "Manaos, Bombay, Palo Alto", dispara en un campus de Stanford cuando un periodista hindú camuflado como almirante de la marina india muestra interés por conocer a un escritor, el narrador lo recibe y ambos establecen un contrapunto entre ambas culturas.

"Para mí, la India es casi una cartografía imaginaria", dice el escritor y el almirante le contesta: "Para mí, la Amazonia es el mapa de una laberinto infinito". Y la conversación deriva en la multiplicidad de lenguas que se hablan en uno u otro sitio, sin saber el escritor que mucho después ese diálogo mutaría en una crónica periodística.

El relato que da título al libro traslada al lector a un Manaos casi desconocido en el presente, donde un científico se obstina por dirigirse a una casa aislada, misteriosa, que termina por recorrer en soledad y un secreto que sólo se revela al final...
Cargados de apuntes autobiográficos, los relatos arman un mosaico identitario, en los que la ficción descubre la pertenencia del autor enraizado a un lugar en el que "La naturaleza se ríe de la cultura".

La narradora de este cuento habla de un personaje, Felix Delatour, "el francés más excéntrico del Amazonas", un bretón que un día partió a la búsqueda de lo desconocido. "Para él viajar era una forma de vivir en tiempos distintos".
Cuando la narradora se va de Manaos, Delatour le regala una plaqueta enigmática que después de releerla muchas veces adquiere el tono de un manifiesto poético.

Ese alguien que abandona su país para vivir en una región ecuatorial se da cuenta con el paso del tiempo que el estigma de ser extranjero pierde un poco "el relieve original". "En ese momento, los orígenes del extranjero sufren una sacudida", escribe Hatoum y desde la propia ficción descubre la génesis de su literatura.

Fuente: Télam

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