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La lluvia no logró apagar la fiesta en El Cadillal

El intenso chaparrón sorprendió a quienes habían ido a pasar el día en el dique; sin embargo, ninguno quiso dejar de divertirse. Un tinglado protegió a los bañistas durante la lluvia y se entretuvieron con las cervezas heladas y con los sándwiches de milanesa.
(DIARIOC, 27/12/2010)Las nubes negras se veían desde la ruta 9 a las 17. En un segundo, la lluvia tomó desprevenidos a unos 1500 visitantes que disfrutaban del día a orillas del dique Celestino Gelsi, en El Cadillal. Como si amenazara un tsunami, una ola de gente subió corriendo la pendiente hacia La Isla, un bar con un salón sin paredes y techo de chapa. Llovió fuerte durante 40 minutos y muchos de ellos, mojados, se amontonaron bajo el tinglado. La humedad y el calor empañaban todo, menos las ganas de divertirse. De la cocina, salían cervezas heladas, sandwiches de milanesa y el ánimo era de carnaval.

Algunos tuvieron que suspender los planes de broncearse, como Natalia Michel, Eliana y Fernanda Soraire. "No nos vamos nada, terminamos la cerveza y nos metemos en el dique con lluvia y todo", desafió Natalia. El agua también amagó con estropear el asado de Gabriel Randizzi, un camionero rosarino que mojado completamente y patínándose en el barro corrió el fuego hacia una esquina de la parrilla, acomodó la carne y cubrió el asado con una bolsa plástica para que se cociera. "Así va a salir más rico", bromeó.

Sentados en una piedra y bajo el agua, Eduardo Farias y su esposa, Ana María Roldán, tomaban el último poquito de sidra y brindaban sin importarles que sus pies se iban enterrando lentamente en el barro. Eran pura alegría y carcajadas. "Ya disfrutamos del agua del dique, ahora disfrutamos de la lluvia", explicaron con total naturalidad.

Cuando paró de llover y el cielo se despejó, una avalancha de personas volvió a la orilla para continuar con las actividades que el agua les había interrumpido.

Quince amigos esperaban con ansias subirse por tercera vez a la Banana que recorre el dique. "Lo más divertido es caerte", sugirió Patricio Touceda.

Así, la buena onda, la música de los autos y la alegría de los visitantes coparon la playa nuevamente. En el agua, lanchas, gomones y motos acuáticas se turnaban para hacer piruetas que sorprendían a los que estaban en tierra firme. Con la tenue luz del atardecer las guitarras comenzaban a asomar.

Durante el día, 18 guardavidas se encargaron de evitar accidentes. Uno de ellos, Gabriel Barrionuevo, contó que sólo ayer se habían realizado seis rescates, "La mayoría de los casos son de chicos que se alejan de la costa y que no saben nadar", explicó. Pero también, agregó Barrionuevo, algunos son adultos alcoholizados que pierden el equilibrio dentro del agua y no pueden mantenerse a flote.

En la entrada, desde las 14 hasta las 21, los policías realizaron controles de alcoholemia.

Fuente: lagaceta.com.ar

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