No es casualidad que el natalicio de los principales dioses solares jóvenes de las culturas agrarias precristianas -como Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dionisios/Baco (llamado el Salvador)- fuese situado durante el solsticio de invierno.
Y el nacimiento de Jesús-Cristo, el Salvador cristiano no es casualidad que se haya concretado en el 25 de diciembre, fecha en la que hasta finales del siglo lV de nuestra era se conmemoró el nacimiento del Sol invictus en el Imperio Romano. (Télam).-