En vez de la posición de militantes o hijos de combatientes víctimas de la represión, la historia de Amazona es la de dos adolescentes ajenos a la política, pero modernos, diría, excéntricos para el contexto: dos beatniks locales adeptos al jazz, los textos de Cortázar y las expresiones artísticas de vanguardia, y que, sin apartarse de la aparente resignación cómplice de la clase media, experimentan y transitan espacios de transgresión a los rígidos protocolos culturales y morales impuestos por la época.
El precoz acceso a la sexualidad, pero de una manera torpe y ajena a toda posibilidad de erotismo (el narrador describe cómo una pareja tres años más grande que los protagonistas es interrogada por parapoliciales al ser sorprendidos besándose en la calle), el descubrimiento de sí mismo a partir de la apertura al mundo que aporta aquella primera relación, son ejes por los cuales transita esta novela definida como "brechtiana" por el autor. Es que allí conviven la crónica autobiográfica con el tratamiento expresionista, similar al teatro de vanguardia o el cine de Baz Luhrman, junto con imágenes que transitan entre lo operístico y el videoclip.
Fuente: Télam