Este aspecto de su personalidad, parece ser la clave de lo que se discutirá en el juicio venidero, pues a entender de la Justicia, y sobre todo del Ministerio Público, el crimen de la joven modelo se cometió por una relación sexual frustrada, o bien por una violación que el acusado pretendía dejar impune.
Este puede ser el eje de la discusión durante las dos o tres semanas que durará el debate, según estiman en el tribunal.
Pero hay un aspecto del que poco y nada se habló, ni siquiera durante la etapa de investigación.
Rocío Ubilla desaparece el 24 de octubre del 2006, luego de que la vieron subir a la moto del acusado, quien la llevó con un rumbo similar al descampado donde seis días mas tarde la joven aparecería sin vida.
Durante el tiempo en que Rocío estuvo desaparecida, Páez simuló interés en colaborar con la búsqueda, pero a decir de la madre de la víctima, Ivana Ubilla, solo sembró pisas falsas para desviar la pesquisa.
Una de las versiones señalaba que la chica había sido raptada y llevada a Tucumán o Santiago del Estero, donde se la obligaba a ejercer la prostitución. Incluso se manejó una dirección en ésta última ciudad, donde se llevó a cabo un allanamiento y se detectó que era información falsa.
Mientras la desesperación de la madre aumentaba con el correr de los días, el policía fue visto varias veces, ir y venir en su moto desde y hacia el lugar del hecho, con un semblante nervioso.
Otra de las versiones, presuntamente inventadas por Páez, hablaba de un automóvil color oscuro, en el cual habían visto subir a la joven, pero luego se descubrió que los vecinos que sostenían ese dato, habían hablado previamente con el acusado, quien a su vez se encargaba de llevarlos a prestar declaración.
Así las cosas, llegó la noche del domingo 29 de octubre del 2006, cuando ya la situación parecía no tener sostén para el sospechoso. Un grupo de efectivos de Investigaciones fue a buscarlo a su casa en horas de la noche, y lo llevó a la dependencia para interrogarlo, “de manera informal”, según explicaron después algunos pesquisas.
Páez estuvo en Investigaciones, hasta aproximadamente las dos de la madrugada del lunes 30 de octubre, y le permitieron volver a su casa.
¿Qué pasó en ese tiempo?, nadie lo sabe, o no lo dice, ni siquiera el fiscal de la causa, Héctor Maidana.
Lo cierto es que a las 6 de la mañana, ya se había organizado un amplio rastrillaje en los campos del sudoeste de la Capital, en el extremo de la avenida Manuel Navarro, y a menos de un kilómetro de la casa de la familia Ubilla. La búsqueda no duró dos horas, hasta que los policías encontraron el cuerpo sin vida de la menor, totalmente consumido, y aparentemente en la posición que quedó luego de ser asesinada.
Cabe preguntarse ahora: ¿quién aportó el dato sobre la posible ubicación del cuerpo?, ¿por qué se modificó radicalmente la línea de investigación?, si se tiene en cuenta que hasta la noche previa todo indicaba que Rocío no estaba en Catamarca. ¿Hubo encubrimiento para beneficiar a alguien en este crimen?
Hay pruebas que apuntan a Páez como posible autor del crimen, e incluso hay quienes creen que “ya está condenado”.
No obstante ello, sería adecuado que en el proceso se develen estos interrogantes que acompañan al desarrollo de la investigación desde el primer día.
El alma de Rocío tampoco descansará en paz si, como en el caso María Soledad, solo hay una Justicia a medias.