"La chiquita de ojos tristes y con mucho asombro jugaba sola. íSola! Y en lo que le quedó de vida así fue siempre su destino. Sola. Con el correr del tiempo el asilo cobijó sus añitos que debieron ser de juegos y fueron de miedo y de tristeza. Y la pobreza que fue su inseparable compañera, la acompañó a Montevideo en donde el quehacer diario hizo de ella la mucamita sin sueldo.