Buenos Aires, 2 de julio (Télam).- El mundial de Corea-Japón fue un devorador de expectativas por ver a los considerados mejores futbolistas del planeta, que sin embargo en este tiempo no dejaron grabada su impronta y quedaron en la nebulosa de un certamen que solamente confirmó la jerarquía del brasileño Rivaldo.
El resto, en cambio, fue sucumbiendo junto a sus equipos, aunque en algunos casos no fueron arrastrados por el fracaso colectivo, sino que directamente fallaron desde lo individual.
Tres casos muy significativos y que están directamente ligados con este razonamiento son los del argentino Juan Sebastián Verón, el francés Zinedine Zidane y el portugués Luis Figo, estos dos flamantes ganadores de la Liga de Campeones de Europa con el Real Madrid.
El de Verón es el que toca más de cerca porque sobre sus espaldas (o sus pies) descansaban gran parte de las ilusiones que sus compatriotas, aficionados y compañeros de equipo, habían depositado respecto de una buena performance del conjunto de Marcelo Bielsa en el certamen ecuménico.
Pero la "Brujita" no fue ni por asomo el conductor que el equipo albiceleste necesitaba y fracasó estrepitosamente en el cotejo más trascendente de la primera fase, justamente frente a Inglaterra, donde precisamente el juega en el Manchester United.
Después del ex Lazio las mayores esperanzas apuntaban en Argentina a Gabriel Batistuta, a quien se soñaba inclusive superando la marca de 14 tantos que el Alémán Gerd Müller acumuló en campeonatos del mundo, pero el atacante de la Roma apenas pudo convertir uno, lo que elevó a 10 su registro, y después se marchó sin pena ni gloria.
Claro que peor le fue a Zidane, "torazo en su rodeo" cuando ganó como local el mundial anterior y "paloma en rodeo ajeno" puesto que en Corea del Sur apenas pudo jugar un partido, el último del 0-2 ante Dinamarca que significó la eliminación del defensor del título en primera ronda, por primera vez en la historia sin siquiera convertir goles.
Ese encuentro fue debut y despedida para el ídolo francés, que sufrió una lesión muscular apenas llegó a Oriente y no pudo actuar sino recién hacia la tercera presentación de su conjunto.
Lo de Figo, en cambio, si bien fue más efectivo desde lo participativo, no lo fue en cuanto a su rendimiento global, puesto que en una zona aparentemente accesible como la D, donde se presumía una clasificación segura que podría encolumnarlo posteriormente entre los candidatos al título, Portugal quedó marginado por Corea del Sur y los Estados Unidos.
Los portugueses aparecían en los cálculos previos como el equipo "distinto" del mundial, sobre todo si se lo comparaba con sus pares europeos, pero se terminó convirtiendo en uno de los tantos fiascos que arrojó este primera Copa del Mundo del milenio.
Otros jugadores con buenas perspectivas fueron el español Raúl González y el italiano Christian Vieri, aunque sus casos fueron diferentes a los de sus colegas previamente mencionados, porque ellos sí fueron fagocitados por el devenir de sus equipos.
Los del español fue bueno en la primera fase, pero en el encuentro ante los coreanos no pudo estar por una lesión y como su conjunto fue eliminado, con él se llevó a las sombras su buena performance anterior.
Lo de Vieri fue muy similar, puesto que anotó cuatro tantos para nada despreciables en una competencia de la máxima envergadura, pero el gol fallado bajo el travesaño del arco coreano, que le terminó costando la clasificación a cuartos de final, eclipsó también su eficaz tarea previa.
Algo también parecido, pero con un relieve mayor, dejó al Alémán Michael Ballack fuera de la lucha por el "titulo" de mejor jugador, distinción para la que se perfilaba después de sus actuaciones en cuartos y semifinales.
Pero el germano no participó de la final ante los brasileños por estar suspendido, y como en el carrousel de los éxitos siempre quedan grabadas las últimas imágenes, su candidatura se desdibujó.
{adl}En cambio Rivaldo fue figura de principio a fin y también se destacó en la final, aunque para el "mundo" de Fifa quedó eclipsado por los goles de Ronaldo, quien emergió de las cenizas justo en este certamen, al que llegó prácticamente desahuciado después de las lesiones de rodilla que pusieron al borde del abismo su carrera.
Pero sobre el "Fenómeno" na había cifrada expectativa ninguna, mientras que a Ronaldinho Gaúcho se lo miraba con recelo. Ambos, sin embargo, terminaron consolidándose como protagonistas salientes de este mundial en el que, en definitiva, la gran figura fue la organización, casi perfecta, de Corea del Sur y Japón.
Pero como de eso no se nutre el fútbol de la línea de cal hacia dentro, por más que hayan existido brillos afuera, este mundial no figurará entre los más destacados de la historia, aunque sea el primero del siglo. De un siglo nuevo, pero con los males de siempre. (Télam).
