“En esta oportunidad trajimos trabajos de curtido orgánico y marroquinería. En el curtido orgánico el cuero se trabaja todo en forma natural, no se usa ninguna materia química. Es más trabajo, pero de eso se trata hacer una artesanía, de trabajo y creación”, explicó Pérez quien amablemente nos recibió en su stand.
La mujer, recordó que desde su niñez le gusto el cuero, que siempre quiso aprender a trabajarlo, pero en su pueblo nadie sabía. Nadie le podía enseñar. Sino hasta poco más de diez años atrás cuando se abrió en el edificio del viejo hospital San Juan Bautista de calle Republica entre calle 25 de mayo y Avenida Além, en esta ciudad Capital, la escuela de Curtiembre. “Viajaba todos los días que tenía clases desde Palo Labrado para poder aprehender. Era mi anhelo, mi sueño y lo pude alcanzar, muchos años después de lo que me hubiera gustado, pero al fin puedo hacer lo que me gusta, trabajar con el cuero”, expresó.
Asimismo, renegó de la falta de posibilidad que tienen en la actualidad lo jóvenes, “Lo pase en carne propia, por eso ahora lo que aprehendí lo enseño a los chicos que quieren saber en mi pueblo de Palo Labrado. Creo que es una forma de que estas tradiciones se mantengan y se revalorice nuestros orígenes. La materia prima esta, hay mucha pero falta quien la enseñe a trabajar. Tuve la suerte de poder tomar un curso del INTI y ahí aprendí mucho. Enseñanza que ahora intento pasarla a las generaciones que vienen. Si los artesanos tuviéramos más apoyo de la gente que tiene que apoyarnos, creo que nuestras raíces no se perderían en el tiempo”, dijo, agregando “es todo un sacrificio venir al poncho, hay que trabajar todo el año, pero la satisfacción de participar y que la gente admire y valore el trabajo que hacemos es muy reconfortante”, concluyo.