Se habla de terroristas y de guerra defensiva. Escuché a un comentarista político sueco sólo el día de ayer pronunciarse sobre “los ataques defensivos”. El ataque y la ofensiva no es lo mismo que la defensa. Hizbollá y Hamás están defendiendo su territorio, están a la defensa; Israel es el agresor porque ha invadido las tierras de otros pueblos, está a la ofensiva. El invasor no ataca defensivamente, eso es una tautología desde cualquier punto de vista. Está muy de acuerdo con la política de Bush de una guerra preventiva, es decir, hacer la guerra contra cualquier poder que se oponga a su delirio de grandeza, pero eso no quiere decir que se defiende el que ataca.
Sobre terrorismo se ha escrito y se ha discutido mucho. En los conceptos modernos usados por la media occidental en apoyo a los nuevos conceptos elaborados por la Casa Blanca, terrorista es todo aquél movimiento armado que no responde a la organización estatal, es decir, es una organización independiente del Estado. Como lo son Hamás y Hizbollá. Para ellos no es lo mismo inmolarse con una bomba y matar civiles del enemigo o militares, que bombardear inmisericordamente a civiles desarmados y refugiados en sus hogares. Pretenden diferenciar el contenido de ambas acciones por las formas y por la “legalidad” de las atrocidades.
¿Quién se acuerda de las atrocidades cometidas por las fuerzas israelitas en 1948 contra el pueblo palestino? Parece que los historiadores tienen, cuando les conviene, una memoria de gorrión. Más de 480 aldeas y pueblos palestinos fueron desocupados de sus habitantes mediante la amenaza de muerte, además del asesinato y masacre reales de todos sus habitantes como ocurrió en la aldea Deir Yassin; la destrucción de sus casas por medio de la dinamita y de los buldózer, como lo hacen todavía hoy con las casas palestinas de la franja de Gaza y de Cisjordania. Pero esos atentados contra lo más básico de los derechos humanos parece que no lo son, sólo se trata de eliminar posibles “talleres de armas o de bombas” y otras falsedades de grueso calibre. No son entonces atentados terroristas.
Lo mismo está ocurriendo hoy con el Líbano. Se incita a los habitantes a hacer abandono de sus hogares y luego se les bombardea cuando caminan por los caminos semidestruidos por los bombardeos de los sionistas. A veces, sospecho que lo que hacen los israelitas hoy, tiene una semejanza enorme de como destruyeron y se apoderaron en el pasado lejano de los territorios y de las ciudades de los pueblos cananeos y filisteos, estos últimos, los antecesores del pueblo palestino. Y todo eso está documentado en el Antiguo Testamento. Eso no fue terrorismo, se llamó invasión, como ahora en 2006.
No hay duda que la tergiversación de la verdad, encubierta en la terminología que se difunde por la media confunde a mucha gente. Especialmente a aquella gente poco interesada en estudiar la Historia. Es una forma de alienación. Sobre todo, porque una característica básica de las masa es ser muy influenciables y fácilmente pueden ser sugestionadas y conducidas por esta poderosa media a donde se les quiere llevar: aceptar este genocidio como algo natural, “defensivo” y, por tanto, no cuestionable.
Por último, quiero agregar algunas palabras sobre los bandos combatientes y sus intermediarios. USA aparece como intermediario entre ambos bandos en lucha. Envía a su ministro de relaciones exteriores a conversar y tratar de convencer de la razón de Israel y la sinrazón de Hizbollá. Pero tal intermediario no lo es nada más que en el sentido aparente y por no decirlo, peyorativo. No existe tal intermediario, lo que existe es la exigencia de una de las partes para que la otra se someta. Y eso porque no cabe duda que USA es parte de esta guerra, es, tal vez, el factor que mantiene inmovilizado a los países árabes para actuar en defensa de sus hermanos. El Líbano debiera rechazar todo intento de USA de aparecer como intermediario, cuando es arte y parte de este conflicto. Los intermediarios reales, si los hay, deben buscarse en países neutrales.
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