El MPL fue el propulsor de las primeras manifestaciones callejeras, hace dos semanas, limitadas exclusivamente a San Pablo y a reclamar que se dejara sin efecto el aumento dispuesto a las tarifas del transporte público de pasajeros.
Sin embargo, con el correr de los días las marchas fueron extendiéndose a todo el país y sumando reivindicaciones tales como demanda de mejor calidad en los servicios públicos y mayor presupuesto para la salud y la educación pública, así como el rechazo a la corrupción y al gasto gubernamental para el mundial de fútbol de 2014.
La jornada de mayor tensión fue la del jueves pasado, cuando casi dos millones de personas salieron a las calles de 438 ciudades del país, según un informe de la Confederación Nacional de Municipios (CNM) divulgado por la agencia noticiosa estatal ABR, y se registraron dos muertos, más de 100 heridos y cuantiosos daños.
El viernes, el MPL anunció que "no convocará a más manifestaciones" y criticó que en las protestas callejeras se hubieran mezclado "algunas cosas de la agenda conservadora, como el rechazo a los partidos políticos o el reclamo para reducir a menos de 18 años la edad de imputabilidad penal".
Esa misma noche, la presidenta Dilma Rousseff, en un mensaje al país, respaldó el derecho de los manifestantes a expresarse pacíficamente, advirtió que no tolerará la violencia y convocó a un "gran pacto" en torno de un nuevo plan para el transporte público, la asignación de todas las regalías petroleras a la educación y la contratación de médicos extranjeros para ampliar la atención de la salud pública.
No obstante, cientos de miles de brasileños volvieron a salir a las calles ayer sábado en al menos 107 ciudades y programaron nuevas manifestaciones para hoy.
Fuente: Télam