Por otro lado, los especialistas también pudieron registrar el deseo urgente de consumir azúcar. El estudio del cerebro de los animales mostró asimismo que las ratas que consumieron grandes cantidades de azúcar estando hambrientas presentaron cambios neuroquímicos en el cerebro parecidos a los que produce el abuso de sustancias como la cocaína, la morfina o la nicotina.
El azúcar es una droga que quizá no altere la conciencia de una manera obvia e inmediata como el alcohol o las pastillas, pero produce cambios en el estado físico, emocional, mental y espiritual del usuario. Y como cualquier otra adicción, es devastadora en esos cuatro niveles. En nuestra cultura se subestima el poder de este endulzante como droga. El azúcar se ha convertido en el mayor contaminante de nuestras comidas.
Al respecto, el Dr. Máximo Ravenna, explica que “cuando se consume azúcar, la glucosa es absorbida por la sangre, y nos sentimos animados. Es un estímulo veloz, sin embargo, a este impulso energético le sigue una depresión, cuando el cuerpo se desprende del nivel de glucosa sanguínea” y agregó, “el azúcar produce palatabilidad que es la necesidad de comer cada vez más y genera una dependencia química a través de su consumo”.
“Cuando se reduce o abandona su ingesta estamos inquietos, cansados; necesitamos hacer un esfuerzo para movernos o incluso pensar. Podemos estar irritables, hechos un manojo de nervios y alterados hasta que se eleve de nuevo el nivel de glucosa” dijo el reconocido psicoterapeuta.
En la misma sintonía, el Dr. Max Bruker, investigador Alémán y autor de un libro sobre el tema también considera que, como todas las drogas, el azúcar, además de no beneficiar sustancialmente al organismo y no aportar ningún elemento nutritivo y vital, resulta altamente perjudicial.
Por último, el Dr. Ravenna también explicó que el abuso en su consumo es un verdadero peligro para la salud pública, por ser fuente directa o indirecta de muchos perjuicios en materia de salud como ser las caries dentales, acidificación de la sangre, descalcificación, arteriosclerosis, infarto de miocardio, diabetes tipo 2, obesidad, acné, úlcera de estómago, colesterol, tensión nerviosa, problemas de circulación, hiperexcitabilidad, hipertensión, degeneración hepática, etc., ante lo cual se recomienda inmediatamente la reducción de su ingesta.
Dr. Máximo Ravenna