"Creo que es el lugar ideal para pasar las primeras vacaciones solos, porque si les decís a tus viejos que te vas, no sé -a Mar del Plata, por ejemplo- es imposible que te dejen. San Pedro está cerca, no es tan caro y casi todo el mundo conoce y sabe que es seguro. Por eso se animan y nos dejan", expresa con seguridad Marcos Aguirre, de 15 años, mientras busca un lugar para armar su carpa "heredada de mi hermano mayor", aclara.
Los que no consiguieron instalarse en la casa de algún amigo eligen los campings, especialmente los varones. Saben que ahí les será más fácil hacer nuevos amigos (el principal objetivo de cualquier quinceañero de viaje) y además ahorrarán un par de pesos en el magro presupuesto veraniego. Pero sobre todo, el camping es el lugar donde el anhelado libre albedrío promete volverse realidad. Al menos esa es la ilusión.
Esteban Molina y sus cuatro amigos traen una sonrisa digna de envidia. Un aire de libertad que hace que se olviden del peso de sus bolsos (pareciera que vienen a quedarse un mes, y lo harán sólo el fin de semana). Mientras pagan el camping y aclimatan el cuerpo con un reggaeton que suena a todo volumen, conversan con LA GACETA: "venimos para estar tranquilos, que nadie nos diga nada y divertirnos a nuestro gusto", dice el joven de 15 años. En su grupo, todos de Tafí Viejo, está Iván Sabeckis, de 14, quien viaja por primera vez entre amigos y sin "mayores".
Pero algunos, a pesar de sus pocos años, se muestran más cancheros en esto de viajar solos y hasta se animan a buscar más comodidades. Nicolás Figueroa, Rodrigo Aguirre, Nicolás Aguilar, Patricio Cipriani, Emanuel Palma y Darío Véliz son parte de un grupo de nueve compañeros del Instituto Técnico, de entre 15 y 16 años, que este año alquilaron una cabaña para veranear a sus anchas en San Pedro. "El único bajón es que no nos deja traer visitas el ortiba (sic) del encargado. Anoche conocimos un grupo de chicas en el Torreón (la peña de al lado del boliche GL) y cuando terminó las trajimos para acá, para charlar un rato nada más (se apura en aclarar), y no nos dejaron", cuenta Figueroa, mientras le ceba un mate a sus compañeros. En sus caras se trasluce una noche larga: las chicas se habrán ido, pero ellos se quedaron.
También existe la previa
Durante las noches de San Pedro, mientras los chicos hacen la previa en los campings o en El Torreón, los más grandes disfrutan de los espectáculos musicales en los bares y restoranes. Pero todo cambia después de las 2, y la noche queda en manos de los adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes que no se pierden una noche de boliche.
Pero las buenas costumbres de la ciudad también se exportan a las villas veraniegas: "lo mejor es que últimamente se están organizando varios after en casas de familia, generalmente son chicos que se quedan solos, o que están con los viejos, pero la fiesta se traslada para ahí", cuenta Facundo, de 15 años.
Buena parte de los adolescentes viajan sólo para bailar en el legendario boliche que parece un castillo, buscan la forma de extender la fiesta y después, como estén, se vuelven a sus casas en el ómnibus. Los sábados al mediodía los campings esperan un aluvión de jóvenes con este plan y es justamente lo que pasó este fin de semana: a la siesta ya estaban casi todos instalados, con sus carpas armadas, viviendo el relax de las vacaciones y esperando la noche.
Marcos Aguirre, que había charlado más temprano con el cronista de LA GACETA, jugaba un fútbol con sus amigos: "Che, GACETA, por favor, decile a mi mamá que todo lo que le prometí antes de venir lo voy a cumplir, ¿no?".
Fuente:lagaceta.com.ar