La idea era cargar en ese sistema los teléfonos que figuraban en agendas secuestradas en las casas de las víctimas y determinar con quiénes se habían comunicado. Esa había sido la clave para probar la culpabilidad del ex oficial Gustavo Prellezo en el crimen de Cabezas. Una de las primeras sospechas fue que el fotógrafo había indagado sobre el ambiente prostibulario.
(Télam)

