“Vengo de raíces artesanas, mi madre tejió desde siempre y con ella aprendí. Aun cuando a ella le gustaba más hacer frazadas y poncho. Luego, con el paso de los años, me case con Sergio Guitiam, un reconocido artesano. Juntos arrancamos con los tapices, con un telar y cinco quilos de hilo y, ahora acá estamos, trabajando toda la familia junta durante todo el año, porque vivimos de nuestros tapices y nuestras artesanías”, inició contando sumisa Carmen mientras enseñaba a ocasionales clientes su trabajo.
Si bien, todo haría suponer que los hijos de padres artesanos de los telares seguirían sus pasos, no fue precisamente el caso de Carmen y Sergio.
“Tenemos tres hijos, pero solo dos se dedican a las artesanías. Ambos conocen de los tejidos y los telares, pero al mayor no le gusto y se volcó por la cestería, aun cuando en mi casa hay puros telares. Mi otro hijo, que sigue mis pasos, solo hace cuando está de vacaciones en mi casa, en su pueblo, ya que estudia en la universidad”, recordó un poquito de su historia familiar la entrevistada.
En cuanto a sus trabajos, Mamani índico que año tras años van variando, si bien las técnicas y el material es el mismo, los diseños y los colores cambian. “Un artesano tiene que hacer lo que a la gente le gusta, y por eso cada vez que participamos de una feria, crecemos en nuestro trabajo y aprendemos nuevos diseños y nuevos colores”, agregó la mujer.