En el curso de una ceremonia que se desarrolló ante representantes oficiales en la región fronteriza de Mundharya, situada a unos 180 kilómetros al norte de Bagdad, Irak entregó los cadáveres de 570 soldados iraníes y recibió los de 1.166 de sus soldados.
Ambos países, que libraron una guerra que costó un millón de muertos entre 1980 y 1988, intercambiaron en otras oportunidades a sus caídos, pero nunca en un número de tal magnitud.