En medio de gritos de "sí, se pudo" y golpeteo de machetes en la plaza del pueblo, a 30 kilómetros de la capital mexicana, los campesinos festejaron la liberación de sus compañeros, pero indicaron que seguirán su lucha contra la expropiación de sus tierras para la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México.
La tensión había alcanzado un punto máximo este fin de semana, cuando los campesinos amenazaron con matar a sus 17 rehenes y hacer volar camiones de transporte de gas si intervenía la policía.