Los medios de prensa locales viene, desde hace tiempo, dando cuenta de diversos hechos de violencia que se vienen registrando en establecimientos escolares de nuestra provincia. En esta última semana la prensa oral y escrita dejó registrado dos casos más, y espero que no solo sea para las estadísticas. Me estoy refiriendo al ataque del que resultó víctima un niño que fue agredido por dos menores, y tuvo que estar internado durante cuatro días en el hospital de niños provincial. El otro hecho tuvo como escenario una escuela de la zona sur de la ciudad, donde un niño habría abusado de otro de apenas siete años en el aula del establecimiento.
Lo preocupante es que estas situaciones violentas no son para nada nuevas, porque ya en la edición del 11 de Junio del 2003, el Diario La Unión publica estadísticas que, en su momento, el Estado provincial debió haber tenido en cuenta ya que las mismas reflejaban un gran incremento de las denuncias de éste tipo de delitos que -lo que es más grave- ocurren precisamente en las mismas unidades educacionales y en horario de clases.
Estudiosos de este fenómeno de la violencia escolar dicen que puede hablarse de dos grandes modalidades de comportamiento antisocial en los centros escolares: uno visible y otro invisible. Así, la mayor parte de los fenómenos que tienen lugar entre alumnos el acoso sexual, o cierto tipo de agresiones, amenazas y extorsiones resultan invisibles para padres y profesores; por otro lado, las faltas de disciplina y la mayor parte de las agresiones o el vandalismo, son ciertamente bien visibles, lo que puede llevarnos a caer en la trampa de suponer que son las manifestaciones más importantes y urgentes que hay que abordar, olvidándonos así de los fenómenos que hemos caracterizado por su invisibilidad.
Lo cierto es que, por el momento, sabemos bastante poco acerca del comportamiento antisocial en los centros escolares, a veces incluso da la impresión de que sobre este tema están más interesados y saben más los periodistas que los educadores.
Se puede decir, sin ser un entendido en el tema, que las causas productoras de este flagelo son muchas, como por ejemplo la crisis en las familias; el exceso de trabajo y el abandono de los hijos, en algunas; así como el desempleo en otras; la falta de límites, el alcohol, la droga, la pérdida de valores, la crisis política, económica y social; la influencia de la televisión. Pero lo importante es destacar que ninguno de estos factores es, por sí solo, causal de violencia.
Sin duda, el tema de la convivencia y el de la violencia en la escuela se ha convertido en preocupación principal para toda la comunidad, y la sensación general es que este es un tema que desborda a la comunidad y a las principales autoridades de educación en la provincia. Es más, muchos docentes piensan que poco puede hacerse desde la escuela para encaminar a los chicos en un proyecto de convivencia armónica y pacífica. Otros se desviven para lograr que los chicos aprendan a resolver sus conflictos utilizando herramientas como el diálogo, la negociación e inculcándoles valores tales como la solidaridad, el respeto mutuo, la honestidad, realizan cursos sobre esta temática y se interesan en abordan la problemática del niño que producen indisciplina, por eso Doltó dijo alguna vez: Donde el lenguaje se detiene, lo que sigue hablando es la conducta. Por ello, cuando en un grupo escolar se suceden hechos de violencia será necesario que los docentes y padres sepan“leer”esas conductas.
Creo que la actitud de la Escuela, frente al flagelo de la violencia, debe dirigirse en dos sentidos: por una lado, la detección y la denuncia, y por el otro, la prevención con tareas que involucren a los distintos miembros de la comunidad educativa(alumnos, padres y docentes).
Pero también me parece sumamente importante plantear aquí la responsabilidad que les cabe a los docentes cuando estos hechos ocurren dentro de las unidades escolares, pues pareciera que cuando un niño/a es agredida o violentado, nadie se hace responsable, nadie vio nada o lo que es peor aún, tratan de que esa situación no salga a la luz porque dañaría el "buen nombre" del establecimiento y además afectaría seriamente la carrera docente del personal directivo y de los maestros que se encuentran frente al aula, minimizando entonces los hechos o imponiendo un silencio de radio frente al requerimiento de los periodistas para que informen sobre los hechos ocurridos
En este marco, corresponde decir que la docencia es una vocación, es sabido que su rol es muy gravitante en la sociedad y quienes así no lo entiendan deberán dejar su lugar a otros, pero de ninguna manera pueden desentenderse del deber prioritario que deben cumplir las responsabilidades que les cabe cuando demuestran desinterés o indiferencia en el cumplimiento de sus obligaciones, incluido el resguardo de la integridad física, moral y psíquica de los alumnos.
De la misma manera que, haciendo valer sus derechos legítimos de reclamar y peticionar reivindicaciones salariales, participan decididamente y con resolución en huelgas, paros, manifestaciones y protestas, paralizando la enseñanza y la actividad educativa, también tienen que asumir y recibir las sanciones que las normas administrativas supongo deben contemplar para casos como los referidos, y desde luego que hasta los mismos directivos por lo menos podrían estar incursos en la figura de incumpliento de las funciones públicas que debieran desempeñar.
Sergio Costello

