Esta potencia solidaria, visible aún a los ojos de los menos entendidos, es uno de los atributos sustanciales de un equipo excepcional, qué duda cabe, histórico y ponderable más allá de la suerte que corra en el tramo final de la competencia.
Es un hecho que fecunda un coro unánime, entre jugadores, cuerpo técnico y especialistas: antes que a sus rivales, estos muchachos han debido vencer al individualismo, a la fatuidad, a los estrellatos consumados y a los estrellatos por consumarse.