Buenos Aires, 14 de octubre (Télam, por Gustavo Sigüenza).- Un inolvidable espectáculo, en el cual la gloria y la desazón se pasearon caprichosamente por las dos cabeceras del estadio de Vélez, se vivió en la tarde del 15 de octubre de 1972, día en que se jugó el superclásico más increíble de la historia, ese que le ganó River a Boca por 5-4 tras estar arriba por 2-0 y luego en desventaja por 4-2.
Era el Día de la Madre. La sobremesa se alargó más de la cuenta y el viaje de los hinchas hacia el estadio de Vélez estuvo cargado de ansiedad y nervios.
Un beso a la vieja y a la cancha. Eso sí, con escaso margen de tiempo para llegar al José Amalfitani, en donde hizo de local River.