Cafú, el capitán del seleccionado verdeamarillo, se subió a la tarima central, donde alzó la Copa para ofrecérsela a todos sus compañeros, que lo aclamaron junto a la gente vivando su nombre.
Los jugadores brasileños fueron a saludar a la hinchada local y a la propia, mientras Roque Junior exhibía la Copa con una sonrisa tan amplia como la que a su lado mostraba Pelé.
En tanto Ronaldinho, envuelto en una bandera brasileña, reía y bailaba al son de la música, mientras que Ronaldo, el autor de los dos goles del campeonato, el goleador del mundial con ocho conquistas, el mejor de la Copa, se ganaba todos los "flashes" y "camarazos" en el campo de juego.
Cuando ya había pasado más de media hora del final del cotejo, las graderías delimponente estadio de Yokohama seguían cubiertas de espectadores japoneses y brasileños luciendo camisetas auriverdes, haciendo sonar silbatos y tamboriles y dispuestos a seguir festejando el primer mundial del nuevo siglo. (Télam).