En el mercado libre, la presión también fue elocuente, ya que en contadas casas de cambio la moneda verde llegó a ser vendida a 4 pesos por unidad.
Horas antes del inicio de las operaciones del mercado cambiario, las puertas de las distintas entidades ya estaban colmadas por la gente que se agolpaba con el objetivo de ser los primeros en adquirir divisas estadounidenses cuando sonara la campana de largada.
En las entidades que se fondean con sus propios stocks, luego de comenzar la rueda a 3,77 para la compra y 3,87 para la venta, el billete verde trepó -a media mañana- a 3,90 y 3,98 pesos respectivamente, pese a lo cual la intención mayoritaria de los que esperaban su turno era comprar dólares.
"Señora, le conviene comprar a este valor?", fue la pregunta de la periodista de Télam a una mujer mayor que hacía cola en un banco que comercializa por orden y cuenta del Central.
La respuesta no se hizo esperar: "Pero, nena, esto no da para más", dijo la mujer, quien le había abonado 10 pesos a un colero por un lugar que le permitiría acceder a los dólares más baratos.
Antes de las 11 de la mañana, se producían los relevos y el pago de los lugares ocupados por cientos de jóvenes que pasaron la noche en la city para garantizarse hoy unos pesos en el bolsillo.
No hay un perfil definido de quién era hoy el comprador de dólares: en las filas había gente de edad, mujeres jóvenes, otras con hijos, hombres de traje y de riguroso maletín y celular, tanto como jóvenes en jeans ojoggins.
{adr}Aunque la mayoría de los coleros ya son conocidos por sus clientes, no faltan los problemas al momento de definir el orden en la fila.
En algunos bancos como el caso del Banco do Brasil, la situación llegó al punto que los clientes terminaron quitando de la puerta al guardia de seguridad de la entidad quien no podía volver a su lugar. El problema se agravó cuando los propios empleados de la entidad tampoco podían ingresar al banco.
En tanto el banco Piano, que mantenía en la pizarra la cotización del Banco Central, sorprendió a los clientes con la novedad de que al llegar a los escritorios regía el mercado libre.
