Sacks, nacido en Londres en 1933 y residente en Nueva York, recibió la mala noticia hace unas semanas, cuando le informaron de que padece múltiples metástasis en el hígado, procedentes de un tumor primigenio en el ojo detectado hace ocho años y, según expuso, los médicos pueden ralentizar el avance, pero no detenerlo.
"Me siento agradecido de haber tenido nueve años de buena salud y productividad desde el diagnóstico original, pero ahora estoy cara a cara con la muerte", escribió.
En su artículo, Sacks explicó que en abril publicará sus memorias y que tiene otros cuantos libros a punto de ser terminados y confesó que no piensa dedicarse a nada que no considere esencial, que no quiere perder el tiempo.
"No puedo decir que no tenga miedo. Pero mi sentimiento predominante es el de la gratitud. He amado y he sido amado; he dado mucho y me ha dado bastantes cosas; he leído, viajado y escrito", expresó.
También dijo que, durante el tiempo que le quede en la Tierra, no mirará las noticias ni prestará más atención a polémicas políticas o sobre el calentamiento climático. "Esto no es indiferencia sino despego. Me sigue importando mucho el Medio Oriente, el calentamiento, la creciente desigualdad, pero éstos ya no son mis problemas. Pertenecen al futuro".
"Me encuentro intensamente vivo y quiero y espero que el tiempo que me quede por vivir me permita profundizar mis amistades, despedirme de aquellos a los que quiero, escribir más, viajar si tengo la fuerza suficiente, alcanzar nuevos niveles de conocimiento y comprensión. Esto incluirá audacia, claridad y hablar con franqueza; trataré de ajustar mis cuentas con el mundo. Pero también tendré tiempo para divertirme (incluso para hacer alguna estupidez)".
A lo largo de su carrera, Sacks plasmó las experiencias con las que se cruzó en su consulta en libros como Un antropólogo en Marte, Migraña, Con una sola pierna, La isla de los ciegos al color, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, El tío Tungsteno, Veo una voz, Despertares y Alucinaciones.
Fuente: Télam