Enemigo de la posmodernidad, a la que califica de "basura imposible de reciclar"; declarado "izquierdista" que trata de "reformar la sociedad" de manera de que aumente la participación de "todo el mundo" en el gobierno del bien común, Bunge no escatima definiciones ni rebaja el tenor de las polémicas ideológicas que lo caracterizaron en su sostenida trayectoria.
Dice haberse jubilado a los 92 pero no parece: antes de la presentación del libro, Bunge -graduado en Física en la Universidad Nacional de La Plata- participará de una de las cuatro conferencias semanales que durante un mes por año lo traen a Buenos Aires, a discutir con sus pares "porque hay ideas equivocadas incluso entre los científicos". Y aclara que no atravesó un siglo sino "apenas 95 años".
"Un siglo muy complicado el Siglo XX, del que se ha dicho que ha sido el más cruel de la historia, con dos guerras mundiales, muchas esperanzas defraudadas, desocupación masiva, aumento rápido de las desigualdades sociales, falta de solución de problemas elementales, degradación del ambiente y ahora, gracias a estos medios de difusión, degradación de la educación, (porque) se pone toda la atención en los aparatitos en lugar de los laboratorios y la comprensión de los textos, en fin… son rezongos de un viejo", dice.
Pero señala que las épocas expulsivas de científicos se revirtieron con los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y de Cristina (2007) y les reconoce el mérito de "haber entendido que no hay desarrollo sin ciencia, que hay que apoyar la investigación científica. No puedo pronunciarme sobre lo demás, pero eso me parece obvio, y me parece mezquino de parte de la oposición no reconocer ese aspecto como algo muy importante", apuntó.
"He oído decir que se trata de una pequeña minoría de científicos pero no: la ciencia es parte de todos, del bien común, y si no florece tampoco florece la tecnología. Y si no florece la tecnología tampoco la industria, que es necesaria para competir con otros. Hace 20 años había industrias en Argentina que podían vender máquinas al extranjero. Vino (el ex presidente Carlos) Menem y eso se acabó", lamentó, pues "las destruyó".
Y agregó: "Me enteré de que en Bariloche hay fábricas de reactores nucleares que se venden al exterior, y eso es un gran logro. No basta con eso, es necesario producir bienes de consumo, energía con el petróleo que hay bajo tierra, y con el sol, porque todavía no se ve en cada azotea una batería solar para el consumo doméstico".
Bunge dijo que la masificación de la matrícula universitaria y la Universidad Obrera que a los 19 años ayudó a fundar "son dos cosas diferentes", pues aquella "se dedicaba exclusivamente a la educación de adultos", que es "muy diferente a la de niños o adolescentes porque es gente ya formada, que pasó la edad ideal para aprender".
"No hay desarrollo sin ciencia, que hay que apoyar la investigación científica (...) y me parece mezquino de parte de la oposición no reconocer ese aspecto como algo muy importante"
Esa universidad era para "gente que viene cansada del trabajo pero motivada y para quienes las ideas son algo totalmente desusado, así que tiene el asombro que debieran tener los chicos y no siempre tienen porque se lo quita la enseñanza estúpida que insiste en memorizar los miembros de las carabelas de Colón. Con maestras mal pagadas, desinteresadas, muy mal formadas, que en mis tiempos solían estar mejor consideradas por la sociedad", expuso.
"Sarmiento y su gobierno mostró que sí se pueden hacer reformas que mejoren notablemente. Gente perteneciente al Partido Conservador, como Joaquín V. González, contribuyó a formar la primera universidad moderna del continente, que se basaba no en las profesiones clásicas como Derecho, Medicina, Ingeniería, sino en las ciencias", reivindicó.
González "era un hombre culto que tenía en su biblioteca 20 mil volúmenes que, en esa época, equivalían a 2 millones. Que mandó misiones a Europa a estudiar problemas de la sanidad pública porque sabía que necesitábamos aprender de otros", reseñó.
La contorversia actual en el campo de las ideas es para Bunge "la misma que la del Siglo XVIII, es decir, la lucha entre la Ilustración y el oscurantismo, con la diferencia de que hoy día el oscurantismo no está acaparado por los grupos religiosos sino que es compartido por gente que se dice de izquierda. En mis tiempos, los izquierdistas estábamos a favor de la ciencia y nos considerábamos continuadores de la Ilustración", diferenció.
A partir de la Segunda Guerra Mundial, señaló, "muchos de quienes se dicen izquierdistas despotrican contra la ciencia y son anticientificistas contra la razón".
"Los grandes filósofos para mí son los presocráticos, Platón y Aristóteles, en la antigüedad. En la edad moderna, Galileo, Descartes, Spinoza; en el Siglo XVIII, Diderot y sus numerosos amigos; en el XIX y en el XX, nadie con excepción de Bertrand Rusell", pues aunque hubo atisbos ningún pensador los desarrolló "sistemáticamente".
Bunge considera que su logro intelectual más satisfactorio es "el haber construido un sistema filosófico nuevo pero con raíces muy antiguas, desde luego, que es el materialismo sistémico, la renovación del materialismo por el 'sistemismo' según el cual, todo lo que existe en el universo es un sistema o parte de un sistema, de modo que hay que tomar las cosas juntas, con la potencia del análisis sin el cual no puede haber síntesis".
Fuente: Télam
