El dramático episodio se suscitó el lunes, cuando una alumna de séptimo grado de una escuela de Añatuya tenía sus ojos enrojecidos porque había llorado amargamente por la última paliza que había recibido, cuando su mamá le había pegado con un palo en la espalda.
Los educadores se pusieron en contacto con personal policial y éste, a la vez, con la jueza en lo Penal de turno de la “Capital de la Tradición”, Gladys Lami.
En presencia de sus abuelos paternos, se le tomó una exposición a la menor en la que señaló que desde que tenía 8 años sufría los ataques de ira de su madre.
Además, le encomendaba las tareas domésticas y que se ocupara de cuidar a su hermana menor, que tiene 8 años.
Según el relato de la chica, la última paliza se debió a que había “bajado” sus notas en el colegio, cuando ella es la abanderada.
Pese a tratarse de una excelente estudiante, los educadores dijeron que ella siempre se la notaba como retraída y con signos de haber llorado.
Esa situación les llamaba la atención, pero no habían logrado que la alumna les contara el motivo de esos estados de ánimo ni por qué solía llegar con la cara injustificadamente colorada.
Recién el lunes, cuando la situación se habría tornado insostenible, se quebró y les confió sus padecimientos a sus maestros.
Cuando conversó con los funcionarios judiciales, la damnificada confesó que no se animaba a hablar sobre el maltrato físico y psicológico que padecían con su hermanita porque su madre la había llegado a amenazar de muerte con un cuchillo si le contaba a alguien lo que sucedía puertas adentro de su casa.
Aparentemente, los inconvenientes aparecieron cuando murió el jefe del hogar y la mujer quedó viuda, al cuidado de las niñas que tenían corta edad.
El médico de policía constató las heridas en la jovencita, motivo por el que la jueza Lami ordenó la detención de la madre. Ella está imputada por lesiones y amenazas calificadas.
Ahora se harán los estudios psicológicos pertinentes y un informe socioambiental.
Fuente: elliberal.com.ar