Cris Morena recibió a Clarín en su productora de Martínez para hablar sobre los últimos tres meses, los que se sucedieron tras la muerte de su hija Romina Yan, en los que un mundo nuevo terminó de despertar en el interior de esta ex modelo y actriz.
“Así se van los seres de luz, a unirse con la divinidad en el Universo. La ausencia de Romina es momentánea porque su presencia es eterna. Mi hija me liberó de la ilusión de la muerte. Como ella es luz, es la estrella que hoy me guía”, confía.
Romina, de 36 años, murió de muerte súbita el 28 de septiembre pasado y dejó a su madre “detenida en la nada”, hasta que una profundización de la espiritualidad que disfrutaba terminó por mostrarle otro camino a Cris.
“Romina es presencia pura, en todo momento. No la recuerdo, la siento, la vivo, le sonrío, la saludo cuando me despierto, le hablo, le pregunto, la escucho en todo lo que digo, veo, siento y percibo”, asegura.
Ante la muerte de Romina, “me quedé desnuda frente a mi destino y potencié todo lo que venía eligiendo desde que nací. Sólo amor en acción, servicio, alegría por toda la belleza que tiene el Universo y compasión por tanta falta de luz que hay todavía”.
Romina estaba casada con Darío Giordano y tenía tres hijos: Franco, Valentín y Azul, que son (junto a al hijo de su hijo Tomás) “el futuro y la humanidad” para los que Morena quiere “sentir, existir y vivir”.
Para el próximo -e inminente- año nuevo, la productora tiene por delante una tarea trascendental: “Podar en mí lo que está seco, cortar algunas ramas que pesan para florecer a pleno, trabajar a fondo con mi ego para dominarlo”.
Con la fuerza que la caracteriza, Cris piensa en “soñar sin límites, construir de a poquito mi nueva vida, atravesar este canal de parto hasta nacer otra vez: oportunidad que muy pocos tienen en vida y yo pienso aprovechar”.
Fuente:minutouno.com.ar