"En este abrazo que le voy a dar a Horacio Guarany, los estoy abrazando a todos ustedes", dijo, con evidente emoción, el multifacético creador ante un público que, entre cámaras fotográficas y copas de champagne, colmó las instalaciones del gran museo y se amontonó de pie para escuchar al hombre hablar sobre su obra.
Luego de un largo aplauso, Vilaró dijo: "estoy agradeciendo a la asociación de amigos del Museo de Tigre esta gentileza que tuvieron de volverme a permitir tener mis cuadros en sus salones. Tengo una gran emoción como tigrense".
De inmediato, el artista contó cómo se gestaron esos cuadros: "Yo vivía en Montevideo, en una casita blanca de techos colorados, muy cercana a la playa. Todos los días bajaba a la arena, miraba hacia el horizonte y creaba en el espejismo la ciudad de Buenos Aires, ´cómo me gustaría conocerla´, me decía. Eso nos pasa a todos los uruguayos, es el primer puerto que tocamos".
"Un día tomé coraje y decidí hacer un largo viaje, entonces me acerqué a la playa con este dedo pulgar gordo, saqué un copo de espuma de la cresta de la ola, me hice la señal de la cruz, y me dije: ´esta es la tuya Carlos, tenés que partir´", recordó.
Fuente: Télam