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Miercoles 24 de Abril de 2024
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La secundaria de Chuscha cumple 10 años dando formación laboral a alumnos en el monte

Los estudiantes de la escuela-albergue del paraje tucumano festejaron los diez años de existencia de ese establecimiento, donde cursan estudios de nivel medio con orientación agrícola-ambiental y elaboran quesos, dulces y artesanías, algo que antes solo podían hacer quienes emigraban a otras localidades, del sur provincial.
La secundaria de Chuscha, ubicada en medio del monte, en el sur de los cerros Calchaquíes, comenzó a funcionar en 2003 en un ranchito de adobe para que los chicos de la zona que terminaban la primaria en una escuela rural pudiesen continuar sus estudios.

El director de la escuela, César Ruedas, explicó a Télam ayer, durante los festejos que "esta zona es de montaña y las familias bajan a trabajar, por eso los chicos hacían la primaria como podían, pero abandonaban los estudios y los únicos que hacían la secundaria eran aquellos a los que los padres podían pagarles una pensión en Trancas o en San Miguel del Monte".

"Ese primer año tuvimos 25 estudiantes, después un vecino nos donó estas tierras y con ayuda del estado provincial y nacional construimos este complejo en el que todos los días estudian más de doscientos chicos de Chuscha y comunidades cercanas, y cerca de cincuenta pueden pasar la semana acá para no tener que hacer varios kilómetros de ida y vuelta todos los días", recordó.

El docente señaló que "en estas áreas rurales los niños trabajan desde muy chicos, por eso es importante que tengan una educación secundaria que los apuntale y los ayude a crecer".

"Tenemos un proyecto educativo que apunta a lo agrícola-ambiental, y aprovechamos que todos los chicos tienen experiencia de trabajo rural para mostrarles que se puede crecer desde el conocimiento, constituimos una cooperativa escolar en la que los aprenden a hacer quesos, dulces y artesanías y se quedan con parte de la producción y los conocimientos para compartirlos con sus familias, que es los más importante", informó.

"A partir de esa experiencia algunas familias de la zona cambiaron de jornaleros a emprendedores con producción propia, y otros egresados de esta escuela han vuelto como docentes, lo que nos llena de orgullo", añadió Ruedas.
Alfonsina tiene 29 años y es una de esas docentes, que egresó de la escuela de Chuscha en 2006 y volvió el año pasado como docente de literatura.

"En esta zona no había forma de estudiar después de la primaria, y cuando pensaba que iba a trabajar en el campo toda mi vida abrieron este colegio que me la cambió", dijo la joven a Télam.

"Cuando egresé estaba llena de inquietudes y de ganas de ayudar a chicos como yo, a ver cuántos caminos posibles tienen, por eso fui a San Miguel del Monte a estudiar el profesorado y ni bien tuve el título me volví a Chuscha", manifestó orgullosa.

"Yo terminé la secundaria cuando este complejo todavía no estaba terminado y ni soñábamos con netbooks, por eso trato de que los chicos aprovechen al máximo, porque son oportunidades de un futuro feliz, no sólo para ellos, sino para toda la comunidad", contó Alfonsina.

Pedro tiene 19 años, pasa la semana en la escuela y los fines de semana con sus papás, que son jornaleros en el paraje de Ñorco.

"Sin esta escuela yo no hubiera podido estudiar, porque no hubiera podido hacer este viaje todos los días y tampoco, pagarme un lugar para vivir, por eso creo que lo que aprenda acá lo tengo que aprovechar", dijo el adolescente.

Javier tiene 15 años, es del paraje Rearte y también vive en la escuela, y consideró que "estudiar es mejor que estar en el campo porque uno aprende que puede hacer muchas cosas además de eso, además acá estoy más cómodo que en casa porque hay luz y agua caliente".

"Me entusiasma mucho la cooperativa escolar, tengo ganas de producir dulces con las frutas de los árboles de casa, pero primero quiero aprender acá cómo hacerlos bien y cómo venderlos", agregó.

Juan Cruz tiene 19 años y está en silla de ruedas, por eso pensando en él y en posibles alumnos con su dificultad la escuela está llena de rampas y tiene un baño adaptado.

"Después de terminar la primaria no tenía nada que hacer, porque no había forma de que mi familia me lleve a estudiar a la capital todos los días y ninguna escuela de la zona estaba preparada para mí, por eso durante dos años estuve encerrado en casa y con poco contacto con chicos de mi edad".

"Cuando la escuelita de Chuscha estaba en obras decidieron incluirme, y entonces prepararon el edificio, y siempre hay algún compañero que me ayuda a ir o venir de casa, así mi mamá se libera de eso, hace sus cosas y yo me siento más independiente", dijo contento.

Fuente: Télam

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