Al drama de verse rodeados por las turbias aguas que bajan del norte, los habitantes de distintos parajes de los departamentos Alberdi y Jiménez se les agrega la presencia de alimañas alrededor de sus casas o en los senderos por los que transitan en busca del bolsón de alimentos.
Por esa razón, el personal de Defensa Civil tiene entre sus elementos esenciales suero antiofídico para emplearlo ante cualquier emergencia.
En tanto, la salud de los evacuados es una de las prioridades, por lo que un tráiler del Ministerio de Salud de la provincia fue apostado en inmediaciones del centro donde están alojados.
El control que se hizo en la mañana de ayer fue muy satisfactorio, pues ninguno de los pacientes presentaba problemas de salud.
Por otra parte, funcionarios de Salud enviaron una comitiva al departamento Jiménez para verificar el cuadro sanitario de los pobladores de varios parajes que se encuentran aislados por el torrente que fue impulsado desde los cerros tucumanos –a través del río Tajamar- hacia suelo santiagueño.
Mala experiencia
La angustia se refleja en los rostros curtidos de los pobladores ribereños del río Salado. El agua avanza inexorablemente hacia sus hogares y el cielo comienza a nublarse amenazadoramente otra vez. Esa conjunción es un mal augurio en estos tiempos.
Los pobladores de Hoyo Cerco saben del padecer que significa quedar aislados por el agua, porque es una experiencia que ya la han vivido repetidamente en los últimos años. En 2008 vino una creciente que llevó a unas 300 personas al improvisado albergue en la localidad de Santos Lugares. Muchos de ellos tuvieron que esperar entre uno y tres meses para poder regresar a sus casas dañadas.
Es que el agua es terriblemente destructiva y todos ellos lo saben. Ya no volverán a ser útiles los colchones ni la heladera, mientras que las paredes se irán cayendo lentamente por efecto del salitre.
Fuente: elliberal.com.ar