Eduardo Pagola, de 65 años de edad, le había enviado a la redacción del matutino la siguiente misiva: "Le envío esta nota a fin de hacerle saber que de acuerdo a mediciones de actividad tectónica espero un sismo poco intenso, pero sensible, dentro de las 72 horas a partir de la fecha (doce horas cincuenta minutos del 17 de junio)"
La referencia se concretó en la víspera con el movimiento telúrico que tuvo epicentro en Chile y con marcada propagación a una vasta región de la Argentina.
Eduardo Pagola, de 65 años de edad, le había enviado a la redacción del matutino la siguiente misiva: "Le envío esta nota a fin de hacerle saber que de acuerdo a mediciones de actividad tectónica espero un sismo poco intenso, pero sensible, dentro de las 72 horas a partir de la fecha (doce horas cincuenta minutos del 17 de junio)".
"La ubicación es posible en Mendoza y la intensidad estimada es del orden del 4 a 5 grados Ritcher", prosiguió la nota.
Y agregó como postdata: "La ubicación es difícil de precisar con una sola estación de observación, aun luego de producido el movimiento, y mucho más antes de producirse, de acuerdo a archivos podría ser también en La Rioja".
"Ningún Servicio Sismológico a nivel internacional realiza predicciones con más del 10 al 20 por ciento de aciertos (en tiempo, ubicación e intensidad), invirtiendo muchísimo dinero a tal efecto", concluyó.
En diálogo con Télam, Pagola aseguró hoy que desde enero a la fecha había pronosticado ocho sismos: "Dos fueron falsa alarma", reconoció; "dos resultaron perfectos en cuanto a epicentro, intensidad y fecha, y en los cuatro restantes calculé epicentros equivocados", dijo.
Respecto al de la víspera, lo predijo comparando datos con el sucedido hace un mes en La Rioja, que no pudo anticipar "porque estaba trabajando en una zona rural, haciendo estudios de provisión de agua en loteos", según explicó.
"Cuando volví y ví los gráficos, pude comprobrarlo pero ya era tarde. Esta vez, comparando aquellos registros y estudiando el trabajo de la corteza terrestre, no tuve dudas de que algo similar sucedería, como desgraciademte ocurrió", añadió.
Esta vez, el geólogo tomó la precaución de hacer público su anticipo, para contrarrestar la teoría de que es "imposible" predecir los movimientos sísmicos.
Predecir sismos "es mi hobby y lo hago todo con mi esfuerzo, sin ningún tipo de apoyo económico. Es mi pasión y día a día trato de perfecccionar los sistemas, cuyo sotfware es también enteramente cordobés, ya que lo diseñó Jorge Bergesio, de esta ciudad", contó.
Pagola reside en el barrio Marqués de Sobremonte, en el sector norte de la ciudad de Córdoba y tiene montada en dos habitaciones de su casa una estación de monitoreo que le permite predecir los sismos de la región, con un anticipo de 48 horas.
Entre el equipamiento, se encuentra siempre encendida una computadora, que recibe y procesa la información que le llega desde una suerte de micrófono, denominado geófono, que está enterrado a unos 15 metros profundidad en el patio de la casa, y que escucha los sonidos de la corteza terrestre.
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Una tarea similar cumple el amplificador que está conectado al sismógrafo tradicional, que multiplica el ruido de fondo que toma el aparato.
Los sonidos de la corteza terrestre, son los que -programa informático mediante- y tras una hora de atenta lectura diaria, anticipan al geólogo si un sismo está por llegar.
"Todo cuerpo sólido que se está por romper, cruje. Eso ocurre con el metal, con la madera y la piedra, que es lo que nos interesa a nosotros", explicó Pagola.
Añadió que "en la tierra existe un determinado promedio de crujidos diarios que, antes de los sismos, crece y se multiplica exponencialmente. Esos sonidos, interpretados por la computadora con un programa especial, me permiten hacer la predicción".
Pagola señaló además que "los animales, también suelen anticipar los sismos, precisamente porque con su hipersensibilidad son capaces de escuchar estos sonidos que emite la corteza terrestre al crujir".
Los terremotos se producen por el choque de las placas tectónicas -planchas de roca sólida que conforman la superficie terrestre- y de ahí que las zonas consideradas símicas sean aquellas situadas en sus bordes.
El sismo tiene lugar cuando dos placas se mueven en dirección contraria y quedan enganchadas en algún lugar, lo cual aumenta la tensión entre ambas; esto determina que las rocas se agrieten.
El lugar donde la placa rocosa comienza a romperse es el foco del terremoto, lo que puede suceder a distinta profundidad, en tanto que el epicentro es el punto situado en la superficie de la Tierra, encima del foco.
El sismo del martes 18 se produjo a raíz de que la placa de Nazca, que se mueve hacia el este, se sumergió bajo la Sudamericana, que se dirige hacia el oeste y es esta direccionalidad lo que explica por qué se sintió tanto en Buenos Aires, y no hacia el norte, como ocurrió con el de Caucete (San Juan) en 1977, que repercutió hasta en Brasil. (Télam).-
