El campamento que atraviesa ese punto tradicional de la Ciudad de Buenos Aires pertenece a ex combatientes de la Guerra del Atlántico Sur de 1982, pero no a aquellos que lucharon cuerpo a cuerpo con el enemigo, sino que cumplieron tareas de abastecimiento, logística y defensa del litoral marítimo argentino en las costas patagónicas durante el conflicto bélico.
La toma se emplaza a la altura de la calle Hipólito Yrigoyen al 400 y lo que empezó con un reducido grupo de manifestantes el 25 de febrero de 2008 hoy tiene una gran cantidad de manifestantes, como si ese punto de la Capital Federal estuviera habitado por okupas que se adueñaron de ese tramo.
El objetivo que persiguen es que el Estado los reconozca como veteranos de guerra y ante la negativa que recibieron se mantuvieron firmes en su plan de partir en dos la Plaza de Mayo, como si fueran los dueños de la misma y ante una complicidad tácita de los efectivos abocados a vigilarla.
Este grupo de falsos combatientes ya anunciaron que seguirán con esta medida que perjudica a una buena parte de la población y provoca una falta de higiene de ese tradicional punto de encuentro para los argentinos, como cuando un grupo de piqueteros acampa por 24 horas en alguna arteria principal de la Ciudad, como en su momento fue el Obelisco o la misma Avenida 9 de Julio.
Claro que acá la problemática con la falta de mantenimiento en la zona se potencia, porque no es un día de toma ni un mes, sino que son 1.051 días de insistente protesta a cualquier precio, sin retirarse hasta no conseguir su objetivo.
"Vamos a continuar firmes con nuestra demanda de ser incluidos en las leyes vigentes para Veteranos de la Guerra de Malvinas, que es lo que nos corresponde, pero de manera pacífica, como lo hemos hecho hasta el momento", asegura Tulio Fraboschi, presidente del Campamento TOAS (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur) cada vez que se le pregunta por el tiempo de permanencia.
Ningún piquete puede ser pacifista como dicen cuando perjudican a millones de personas que ven impedidas sus habituales tareas de recreación o simplemente de paso por un lugar que parece un collage de pancartas y banderas que sobresalen sobre el hermoso espacio verde. Hay un avasallamiento de los derechos de la población sólo por un reclamo que deberían tratarlo en otro ámbito.
La Plaza de Mayo, lamentablemente mal usada como un habitual punto de protestas, reclamos y movilizaciones, debería ser un lugar de ser un sector de esparcimiento público, pero no es así y encima en la actualidad posee un acampe que parece eterno.
No importa a quién se perjudica con este acampe, tampoco interesa si la zona carece de mantenimiento o higiene, para ellos sólo es importante perseguir un objetivo a cualquier precio, como cualquier piquetero de la actualidad. Entre ellos no hay diferencias. (Infobae)
