Juana le contó a Télam que "hasta el 2003 nos costaba mucho educar a los chicos, y mi marido y yo no queríamos que terminen trabajando en el campo, por eso sacábamos de donde no había para pagarle una pensión en la capital".
"Los chicos extrañaban mucho, se sentían muy incómodos en la pensión y los domingos a la noche no se querían volver, pero lo más duro como madre era ver que en esos años ellos se iban desarraigando y crecían lejos de los valores de su familia y de su comunidad", recordó.
La mamá explicó que "por eso, cuando el profesor César Ruedas vino con la secundaria varias mamás lo apoyamos enseguida, porque todas queríamos criar a nuestros hijos y que se eduquen en su pueblo".
"Jamás imaginamos que acá iban a estar estos edificios de cemento y que iba a haber computadoras, cuando llegaron los profesores al ranchito nosotras ya tocábamos el cielo con las manos", reconoció.
"Por eso les enseñamos a los chicos a cuidar la escuela y a valorarla, porque todo esto que puso el estado y todo el empeño que ponen los maestros es para que tengan las oportunidades que sus padres no tuvimos", añadió Juana.
La mamá contó que "esta escuela le cambió la vida al pueblo, al señalar que "antes acá no pasaba nada y ahora nos hinchamos de orgullo cada vez que se escucha el timbre de la escuela y vemos por el camino de tierra las bandadas de chicos en guardapolvo que entran o salen riéndose de la escuela".
"Antes los hijos se nos iban al campo o a estudiar al centro y muchas veces no volvían, hoy los tenemos con nosotros, explicándonos como hacer los dulces que apredieron en la escuela o haciendo planes para su propio negocito", finalizó la mamá.
Luis Díaz, comisionado de la comuna de Choromoro, contó a Télam que "Chuscha tiene 600 habitantes y Choromoro unos cuatro mil sumando todos los parajes que lo componen, muy pocos chicos de este lugar tenían oportunidad de estudiar es esta escuela es un cambio radical".
"Los chicos en general iban al campo y los que estudiaban algo ya no se volvían de la capital, ahora estamos empezando a tener una economía distinta, con pequeños emprendimientos familiares que nacen de lo que los chicos aprenden en la escuela", añadió.
Miguel tiene 26 años y egresó de la secundaria de Chuscha en 2009, formó su familia y cultiva su finca. El hombre le contó a Télam que cuando terminó la secundaria empezó "a trabajar en el campo para ayudar a mis padres, y lo que me enseñaron los profesores me sirvió para manejar mi plata y hacer unos ahorros".
"Ahora estoy tratando de generar un emprendimiento con lo que aprendí en la cooperativa de la escuela, voy a empezar a hacer dulces con las frutas de mi casa y ver si puedo comercializarlos en la capital", agregó.
Gabriel Trápani, propietario de la empresa citrícola de la zona que donó la antena de internet de la escuela y paga ese servicio, contó a Télam que "a través del comisionado (Luis) Díaz nos enteramos del proyecto escolar de esta secundaria y de como capacitaban en oficios a los chicos, por eso nos acercamos a ver que podíamos hacer juntos".
"Para nosotros como empresa es un salto en calidad que nuestros trabajadores tengan formación secundaria, que es algo raro entre peones rurales, por eso los apoyamos y creemos que esto también nos va a ayudar a crecer a nosotros", explicó.
El empresario señaló que "con la escuela tenemos un convenio por el cual todos los chicos de los últimos años pasan dos semanas de prácticas en nuestra planta que esta sobre la ruta, los chicos primero recorren todos los sectores, recolección, mecánica, administración y laboratorios y eligen en cuál hacer sus prácticas".
Fuente: Télam
