De este modo, la Justicia Federal consideró al acusado, responsable en primera instancia por el hecho ocurrido el pasado 22 de enero, cuando sustrajo la reliquia histórica desde el convento de San Francisco, en pleno centro de esta Capital.
El juez llegó a la conclusión en base al testimonio de la encargada de mantenimiento de la plazoleta del convento, Liliana Rina Andrada, quien observó al sujeto cuando salía corriendo del templo, escondiendo algo en el pecho.
Su testimonio sirvió para detener al sujeto, quien fue señalado en una rueda de reconocimiento llevada a cabo unos días después del ilícito.
Además las pericias dactiloscópicas realizadas en la urna donde se guardaba el corazón, confirmaron que las huellas digitales pertenecían al detenido.
A su vez las pericias psicológicas y psiquiátricas efectuadas al detenido, lo muestran como una persona de características psicopáticas, con rasgos de egocentrismo mitómano.
A ello se sumó la confesión de Villafuerte Paco, quien admitió haber cometido el hecho y de haber arrojado el corazón de Esquiú en un cesto de basura, en la esquina de Rivadavia y San Martín. Ello obligó a las autoridades a ordenar la búsqueda de la reliquia, en la planta de tratamiento de residuos, en El Pantanillo.
La resolución del juez es apelable, para lo cual la defensa tendrá un plazo perentorio a los fines de presentar los cuestionamientos que considere pertinentes.