De acuerdo con lo que relataron fuentes policiales y la esposa de la víctima fatal, Alfredo Jiménez, de 49 años, fue asesinado sin oponer ninguna resistencia.
El docente enseñaba a niños del sexto grado de la Escuela Mariano Moreno de la vecina ciudad. Había salido de vacaciones hace pocos días, después de concluir con sus obligaciones educacionales y cumplimentar las tareas administrativas correspondientes a su cargo.
Mientras disfrutaba de su merecido descanso se encontró con la muerte, en su propia casa.
A las 5.40, según recuerda su esposa, se despertaron sobresaltados porque escucharon un golpe seco en la puerta.
El ruido hacía sospechar que había forzado la cerradura de la puerta principal de la casa. Efectivamente, los malhechores barretearon la entrada y consiguieron ingresar a la casa del maestro de Nivel Primario.
Alfredo salió de la habitación, vestido con ropa interior, sin cargar armas, ni ningún otro objeto que lo ayude a defenderse. Como cualquier padre, antes de revisar la casa, se aseguró de que sus hijos estuvieran bien.
Casi desde la puerta de su dormitorio, el docente alcanzó a ver que en las habitaciones de los adolescentes estaba todo tranquilo. Cuando giró la vista hacia el living de la casa se encontró con tres muchachos.
“Llevate todo, no nos hagas nada”, dijo Jiménez, según recuerda la esposa del hombre asesinado. La oferta del dueño de casa no fue suficiente para los malhechores. No se conformaron con los bienes materiales y tuvieron que llevarse una vida.
El maestro levantó los brazos, y pidió por su vida y la de su familia. Sus heridas, son testigo fiel de que no intentó defenderse. Le dieron el primer puntazo en el brazo izquierdo, cerca de la axila. El puñal le cortó una arteria.
La segunda cuchillada fue aún más certera; el delincuente le apuntó al pecho y le clavó el arma blanca unos centímetros abajo del cuello.
Hasta el último hálito de vida, Jiménez se preocupó por la seguridad de su familia; salió tras los delincuentes, pero una vez que los malvivientes habían abandonado la casa, cerró la puerta, se sentó en la vereda y murió desangrado. Los ladrones, aparentemente, abandonaron el lugar a pie. Corrieron, dejando tras ellos una huella imborrable para la familia Jiménez y para toda la comunidad educativa de Santiago del Estero.
Los primeros en llegar al lugar fueron los paramédicos de Bomberos Voluntarios de La Banda. Alfredo ya estaba muerto y su familia había tapado su cuerpo con una manta.
De acuerdo con el informe médico, las dos puñaladas fueron mortales, cualquiera de ellas podría haber sido la que le quitó la vida. Ambas afectaron venas sensibles, y produjeron un sangrado externo e interno.
En el lugar del hecho trabajaron efectivos de la Seccional 14, de la Brigada de Investigaciones de La Banda y la Sección Criminalística de la Unidad Regional 2. Luego de varias horas de trabajo lograron detener al presunto autor del crimen.
Fuente:elliberal.com.ar