El texto completo del artículo periodístico es el siguiente:
Hasta hace poco, Catamarca era productora de vinos regionales en damajuana de uva cereza (parrales viejos sobre los que se han injertado las variedades finas). Ahora el vino traza una nueva Ruta del Adobe, que pasa por lugares coloniales y arqueológicos increíbles, y en Fiambalá, un oasis en medio del desierto, a 1505 metros sobre el nivel del mar, asombra la arquitectura de una de las bodegas de construcción artesanal más modernas del mundo, Finca Don Diego, de los Centurión padre e hijo, Elvio y Diego.
Adobe, piedras, techos de varas recubiertos de arena volcánica, ese terreno pone características distintivas a los vinos; especialmente notable es el syrah, que en 2003 fue el asombro de los entendidos.
El recién lanzado Don Diego Syrah Reserva 2004, elegante y exuberante, contiene la expresión del mágico terruño de Fiambalá. Procede además del mejor parral de la finca, se crió en barricas de roble francés y americano durante ocho meses y no ha sido filtrado. Oscuro, rojo profundo muy concentrado, bien estructurado, con 15 grados de alcohol, se está redondeando; dejarlo pasar el verano en sitio fresco; en el invierno estará a punto.
Aromas de frutas rojas y negras, hierbas y especias se aprecian notablemente y se repiten en boca. Es un vino recomendable para platos de gran sabor. Buena relación calidad-precio ($ 42). Hay un Syrah 2004 (32) y un Syrah Roble 2004 (35) de Don Diego, la segunda cosecha de la bodega de Fiambalá.
Además de Finca Don Diego, hay otras bodegas catamarqueñas que están dando que hablar. Entre ellas, Cabernet de los Andes, que sacó un bonarda de altura raro y brioso; también existen otras más pequeñas, que están al cuidado de gente muy enamorada de su tierra.