El libro pone de relieve el papel de Gaos (1900-1969): "Un español riguroso y austero, formado en su país, pero que produjo la mayor parte de su obra en México, donde pensó y escribió sobre América. Fue el maestro de Zea e indirectamente, de O´Gorman".
Gaos, profundo conocedor de la tradición filosófica occidental, arribó tras la Segunda Guerra mundial a México, donde "escribió que Hispanoamérica podía aportarle algo al mundo que se desangraba, y que ese aporte enraizaba en el desajuste entre esa entidad y la experiencia de la modernidad, entonces puesta en crisis por la guerra".
En relación a la idea de América en la historia, explica Kozel que "de los cuatro continentes mayores, América es el único cuyo nombre tiene un origen más o menos claro; el origen de los nombres Europa, Asia y Africa es brumoso, se pierde en el fondo de los tiempos, en tanto que Oceanía y Antártida son más recientes y de menor interés desde el punto de vista de la historia cultural".
"Sabemos -agrega- que América fue bautizada así en 1507 por los cosmógrafos de la Academia de Saint-Die en honor a Américo Vespucio quien, aunque no percibió que se había llegado «a América», sí supo que esas tierras no eran Asia, sino algo que, aunque distinto a la «Isla de la Tierra» (un concepto de la geografía antigua) era parte del «mundo»".
Agrega Kozel que la expresión "América", data de 1507 pero se impone sobre otras denominaciones -"Indias", "Nuevo Mundo", etcétera- más tarde, en la segunda mitad del siglo XVIII: "Gana aún más terreno con las gestas independentistas, para consolidarse en el siglo XIX, asociada al ideario republicano y como contrapuesta a lo europeo monárquico".
O´Gorman pensaba que adjudicarle a Colón el descubrimiento era una distorsión de la historia y sobre ese punto Kozel alega que "Colón no descubrió América, ni intuyó que había llegado a unas tierras distintas a las del orbe conocido; murió creyendo que eran los confines de Asia, incluso en estar cerca del Paraíso terrenal (escribió a los reyes en 1498); pero la idea de descubrimiento arraigó en el habla coloquial y en el registro erudito".
Y prosigue: "En su ensayo La invención de América -uno de los clásicos mayores de nuestra cultura histórica- O´Gorman propuso la noción de invención como alternativa a la de descubrimiento. Su tesis es que América es una invención de la cultura occidental".
De aquellos conceptos que se avienen con la idea de América -descubrimiento, encubrimiento, invención, encuentro- Kozel opta por la imagen del encuentro entre culturas, "una propuesta de Miguel León-Portilla, otro gran pensador mexicano".
"Decir «encuentro» -sostiene- no equivale a presentar una visión edulcorada de un choque tremendamente desigual, con consecuencias devastadoras para los indígenas; la noción busca resaltar que ambas partes jugaron papeles activos. Invención es una idea atractiva pero riesgosa. Y otra noción muy rica asociada a América es la de utopía".
La idea de "América" en Gaos, Zea y O´Gorman presenta, según Kozel, "semejanzas y diferencias": "Próximos a la tesis clásica sobre el origen del capitalismo, que lo enlaza al protestantismo calvinista, Zea y O´Gorman pensaron que hay dos Américas porque hay dos historias: por un lado, la de abrazar el mundo moderno y procurar ir más allá de él (la América sajona); por el otro, la del desajuste ante la experiencia de la modernidad (la América ibera o latina)".
"Mientras O´Gorman partió de una concepción aristocratizante del historicismo, postulando que Iberoamérica debía renunciar a su propio modo de ser para acceder a la modernidad y sus beneficios, Zea defendió una concepción del historicismo como relativismo, denunció el regateo de humanidad ejercido por los pueblos privilegiados y postuló que Latinoamérica debía procurar el acceso a la modernidad sin renunciar a su propio modo de ser".
Una búsqueda constante de identidad subyace en la concepción de América: "En el siglo XVIII se desató una intensa polémica sobre la naturaleza y la valía del Nuevo Mundo; americanos prominentes -desde los padres fundadores de los Estados Unidos hasta los jesuitas expulsados- dedicaron tiempo y tinta para desmontar los prejuicios europeos sobre lo americano".
Desde ya, las reivindicaciones identitarias incluyen a los ancestros: desde "Eurindia" hasta "Latinoamerindia", pasando por "Indoamérica" y llegando hasta "Abya Yala" ("tierra de los vientos"), diversos actores han buscado el modo de abarcar a los aborígenes.
Concluye Kozel: "El renacimiento indígena de las últimas décadas abrió un panorama novedoso en este sentido, que probablemente tenga consecuencias sobre las identidades y sobre la «onomástica»".
Fuente: Télam