Lejos de ser patrimonio exclusivo de los creadores, la tendencia de la mente a divagar constituye un fenómeno universal y cotidiano. ¿Pero qué es lo que permite al cerebro de cualquiera de nosotros producir de vez en cuando pensamientos, imágenes y voces independientes de estímulos externos?
Para dilucidarlo, un equipo de especialistas en Psicología del Dartmouth College y la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y de la Universidad de Aberdeen (Escocia) estudió qué ocurre en el cerebro cuando las personas no están realizando tareas que demandan atención.
“Investigamos si en los fenómenos de divagación mental participa la red de ‘default’, una serie de regiones cerebrales conocidas por permanecer activas en períodos de descanso mental”, comentan los autores, que acaban de publicar los resultados del nuevo trabajo en la revista especializada Science. Esas regiones comprenden la corteza cingulada y el precúneo, la corteza posterior lateral, la corteza insular y la corteza prefrontal medial.
Para llevar adelante el experimento, los investigadores entrenaron a un grupo de voluntarios en tareas de memoria verbal, visual y espacial hasta que éstas pudieron ser mecanizadas. Después, estudiaron la actividad cerebral de los participantes mientras realizaban esas tareas, intercaladas con ejercicios nuevos, y con períodos de descanso.
“La divagación mental es un basamento psicológico que emerge cuando el cerebro no está ocupado en otra cosa. Este basamento se sostiene gracias a la actividad de una red de regiones corticales que actúa por default”, afirman los autores.
A través de una resonancia magnética funcional –técnica que representa la actividad del cerebro en una sucesión de imágenes-, el equipo de especialistas comprobó que la red de “default” se activaba tanto en los períodos de descanso mental como cuando los voluntarios practicaban actividades mecanizadas. Los investigadores también pudieron observar que entre los ejercicios conocidos y los nuevos, el nivel de actividad de la red variaba de acuerdo con la propensión de cada mente individual a divagar.
Además, cada voluntario debió informar al equipo qué proporción de pensamientos independientes de estímulos tuvo en los bloques de descanso y los de ejercicio. Así, resultó que los períodos de mayor divagación habían sido los de descanso, y que a su vez los bloques de ejercicios conocidos habían permitido más “desconexión” que los segmentos de ejercicios nuevos.
Los expertos indicaron que no todos los cerebros divagan en la misma proporción, sino que la magnitud de la actividad neural de la red cortical depende de la tendencia de cada persona a generar pensamientos independientes de estímulos.
Hasta ahora se sabía que las lesiones en algunas zonas de la red de default están asociadas con los fenómenos de “vacío mental”, situaciones en las que no surgen espontáneamente pensamientos ni palabras. También era conocido que con la edad se pueden desarrollar placas en esta red y una consiguiente disminución de la capacidad para generar pensamientos espontáneos.
El nuevo trabajo representa un avance en la comprensión de la cognición humana porque -según los especialistas- ahora queda claro cómo y cuándo la mente divaga. La cuenta pendiente es saber por qué sucede. Entre otras alternativas, se especula que la divagación mental podría servir para que nos mantengamos despiertos y podamos hacer frente a las actividades cotidianas, así como para darle coherencia a nuestras experiencias pasadas, presentes y futuras, posibilidades que ya exploró el modernismo en el arte al hurgar en los recovecos de la mente humana.