De todo corazón les pido que, de la mano de nuestra querida Madre del Valle, nos aboquemos, con generosidad y creatividad, a vivir más a conciencia la fe y sus implicancias en lo cotidiano, especialmente en lo que al cuidado de la vida se trata. Dejemos de lado las falsas modestias, los criterios mundanos, los intereses egoístas, el ‘que dirán’, el orgullo, etc., y acerquemos a nuestro querido Padre Dios para escucharlo y poner por obra lo que Él nos pide. Por este camino no nos equivocaremos y tendremos la paz, el progreso, la equidad y la plenitud de vida que todos anhelamos.
Son los votos fervientes de un padre, hermano y servidor, mons. Luis Urbanč.