La decisión del anfitrión, el primer ministro de Canadá, Jean Chrétien, de realizar la cumbre en un pueblo de tan sólo 462 habitantes, tiene que ver con el intento de evitar que se repitan las acciones violentas de la pasada cumbre, celebrada hace un año en la ciudad portuaria italiana de Génova, donde un manifestante fue muerto por la policía.
Además, en aquel momento no era previsible otro peligro, que se materializó tras los ataques terroristas del 11 de setiembre contra Estados Unidos. A partir de entonces la seguridad alcanzó una nueva dimensión.
Desde enero, las fuerzas de seguridad canadienses se preparan para la cumbre, más de 7.000 policías y soldados harán del lugar una zona de alta seguridad y en medio de la soledad del parque natural, Kananaskis quedará cerrada en un círculo se seis kilómetros y medio.
Además, la zona de exclusión aérea sobre Kananaskis tendrá un radio de 150 kilómetros, el ejército movilizará aviones de combate y baterías antiaéreas, ya que en los últimos meses, todos los posibles escenarios terroristas fueron analizados, según indicó el coronel de la Fuerza Aérea Mike McLean, al diario "Calgary Herald".
Así, mientras el ejército se hace cargo de posibles ataques terroristas, lapolicía candiense tiene que lidiar con los manifestantes antiglobalización que no podrán acercarse a Kananaskis sin haber pasado los controles de seguridad.
También se tomaron numerosas precauciones en la ciudad de Calgary, a setenta kilómetros del lugar de la cumbre, donde junto a la prensa internacional se esperan sólo entre 5.000 y 15.000 manifestantes, ya que los antiglobalización llamaron a manifestaciones en todas las grandes ciudades de Canadá. (Télam-SNI)