Sofocadas ya con dura represión las grandes manifestaciones contra los comicios presidenciales de junio, el ayatollah Ali Jamenei, máxima autoridad religiosa y política de Irán, dio su aprobación simbólica a la reelección del conservador Ahmadinejad al permitirle besar sus vestiduras a la altura del hombro.
Pero el gesto fue más distante que el de la misma ceremonia cuatro años antes, cuando Ahmadinejad besó las manos y mejillas de Jamenei en señal de cercanía y lealtad.
El acto allanó el camino para la jura del cargo de Ahmadinejad del miércoles en el Parlamento, donde muchos legisladores reformistas también se hicieron eco de las denuncias de fraude en los comicios del 12 de junio.
La ceremonia con Jamanei mostró vívidamente las divisiones abiertas en el gobierno tras las elecciones ya que el evento fue boicoteado por los dos ex vicepresidentes Akbar Hashemi Rafsanjani y Mohamed Jatamí, así como por los derrotados candidatos presidenciales Mir Hossein Mussavi y Mahdi Kharrubi, informó la televisión estatal iraní.
Tampoco asistió ningún familiar del líder de la Revolución Islámica de 1979 y primer guía supremo del país, ayatollah Ruhollah Khomeini, informó la agencia de noticias DPA.
Por la tarde, cientos de disidentes fueron dispersados a bastonazos por fuerzas de seguridad oficiales y extraoficiales cuando protestaban contra la ratificación de Ahmadinejad en una plaza en el norte de Teherán, informaron testigos.
La agencia de noticias semioficial Fars dijo que Kharrubi participó de las protestas y "provocó" a los manifestantes, que cantaban "muerte al dictador".
Los canales de televisión estatales no transmitieron en vivo el acto de Ahmadinejad, en una aparente intención de la clerecía gobernante de no enfatizar las ausencias, según analistas.
El ayatollah Jamenei afirmó que las elecciones presidenciales fueron una "página dorada" en la historia política del país y "un voto a favor de la lucha contra la arrogancia y de la resistencia valerosa a los que buscan la dominación" de Irán desde Occidente.
En el mismo acto cuatro años atrás, Ahmadinejad besó la mano de Jamenei, quien lo besó en las mejillas con una sonrisa.
El contacto de hoy fue menos demostrativo. El presidente pareció querer besar la mano del líder, pero Jamenei lo detuvo. Ambos cruzaron unas palabras, Ahmadinejad sonriendo ampliamente. Luego el ayatollah le permitió besar sus vestiduras sobre el hombro.
La agencia de noticias oficial IRNA dijo que Ahmadinejad estaba resfriado, en una aparente justificación de por qué no hubo besos.
Sin embargo, analistas estimaron que Jamenei estaba bien al corriente del impacto público que podría tener cualquier gesto hacia Ahmadinejad en la sobrecargada atmósfera política tras las elecciones y la violenta represión de las protestas contra los resultados, que dejaron 20 muertos y cientos de detenidos.
La actitud más cauta pareció por fin encontrar un punto medio: mostrar un vínculo con Ahmadinejad pero sin el despliegue elaborado y el simbolismo que implica dejarse besar la mano.
Pese a los repetidos elogios de Jamenei al presidente, el enfrentamiento político por su reelección llegó a los mayores niveles que se recuerden y despertó críticas internas sin precedentes contra Jamenei y el régimen teocrático en sí mismo.
Ausente de la ceremonia estuvo el nieto de Khomeini, Hasan Khomeini, que apoyó a los reformistas frente a Ahmadinejad.
Mussavi y otros dirigentes reformistas jugaron un destacado rol en la Revolución Islámica y en los primeros años de este régimen que reemplazó a una monarquía pro-occidental.
Su actual movimiento de protesta reeditó tácticas de la Revolución, incluyendo gritar Alá es Grande desde los techos de las casas por las noches y hacer de funerales y de períodos de luto por manifestantes muertos lugares de concentración para iniciar nuevas protestas.
Ahmadinejad también mantuvo enfrentamientos con conservadores durante su primer mandato, que se agudizaron luego de las elecciones de junio y de una breve disputa entre el presidente y Jamenei por la designación de uno de sus vicepresidentes, que fue vetado por el líder.
Luego de demorar la destitución, Ahmadinejad obedeció y separó del cargo al dirigente, pero lo nombró jefe de gabinete.
Fuente: Télam